miércoles, mayo 1, 2024
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Eméritos y ventrílocuos

El ventrílocuo José Luis Moreno, a instancias del juez, se ha acogido a su legítimo derecho a no declarar, alegando sentirse descompuesto. Generalmente, en el género humano, el sentirse descompuesto está estrechamente ligado a un mal funcionamiento de nuestro intestino (grueso o delgado) lo que puede dar lugar a lo que se conoce con el ridículo nombre de diarrea o, lo que es lo mismo, a poder llegar, por temor, a cagarte patas abajo, como vulgarmente se dice.

Es muy probable que cuando el juez haga venir hasta su presencia a nuestro malogrado rey emérito, éste no quiera ser tan explícito y utilice el calificativo más elegante de indispuesto para alegar una excusa parecida a la del ventrílocuo en cuestión, aunque sin resultado fecal. Sea como fuere, todavía le quedaría el último recurso del arrepentimiento: “lo siento mucho, no volverá a ocurrir”.

No nos podemos llegar a imaginar el peso que, -detrás de éste último arrepentimiento real-, se han quitado de encima las familias de elegantes elefantes de Boswana. La silueta renqueante de mal augurio del sanguinario depredador furtivo, con su rifle en bandolera de mira telescópica, avalado por los mejores y eficaces fabricantes de armas de fuego, se ha dejado de ver, por fin, recortada sobre el horizonte naranja en los bellos atardeceres de la sabana africana.

La actriz circense, más conocida como la Bárbara del Rey, no ha resultado ser tan valiente como la princesa del Chantecler, Corinna Larsen, quién, ni por un momento, ha dudado en poner en tela de juicio las declaraciones del emérito en relación a sus supuestas contribuciones fiscales para con la hacienda pública española.

La ventaja en su favor que siempre tuvo José Luis Moreno en relación a su espectáculo de ventriloquía es el hecho de que sus obedientes y simpáticas marionetas jamás llegaron a traicionarle cobardemente ante su público porque quién hacía las tendenciosas preguntas sabía siempre sus contundentes respuestas y en tal sentido, en todo momento llevó ventaja en sus planteamientos, obligándoles a responder lo que él nunca se atrevió a manifestar públicamente. Después de haberlas utilizado durante años en su propio beneficio, las abandonó despiadadamente en el fondo de un baúl de madera de pino finlandés. Quiso más tarde aplicar el mismo sistema con los humanos, pero fracasó estrepitosamente en el empeño porque siempre creyó que éstos carecerían del criterio propio que les distingue del resto de animales por lo que, ahora, tendrá que rendir cuentas ante la justicia de nuestro país, que también es el suyo

De manera que casi por las mismas razones, por no decir supuestos mismos delitos, tanto el rey emérito, Juan Carlos de Borbón, como el ventrílocuo José Luis Moreno, habrán de vérselas con los jueces de nuestro país y reconocer sus supuestas afrentas ante la mayoría de españoles que sí cumplen a rajatabla con sus debidas obligaciones fiscales. ¡Quién lo iba a decir!

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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