¿Qué les dije hace unos días? Todo el prestigio que Marlaska acaparó como juez lo está derrochando como ministro. Se ha convertido, con su sectarismo socialista, en un pequeño dictador. Ha cesado al coronel Pérez de los Cobos, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, por no haberle entregado un documento perteneciente a un sumario declarado secreto por la jueza que instruye las denuncias por la manifestación feminista del 8 M. La jueza ha imputado a Franco, delegado del Gobierno en Madrid, y mantiene como investigado a Fernando Simón, el médico que está al frente de la crisis del coronavirus. El documento no es otro que el informe que hace la Guardia Civil sobre la manifestación que probablemente provocó cientos –o miles– de contagios, entre ellos los de varios ministros, cuando el Gobierno había recibido todas las advertencias sanitarias sobre la pandemia. No se libra de la quema la directora de la Guardia Civil, María Gámez, cómplice de Marlaska en esta decisión tan absurda. En el cuerpo militar ha causado perplejidad e indignación esta decisión, lo mismo que en el estamento judicial. Parece ser que en la decisión también se ve la mano de Pablo Iglesias, indignado con el coronel Pérez de los Cobos porque al parecer el vicepresidente comunista quiere toda la Benemérita para que vigile su palacio de Galapagar. A juicio de los mandos de la Guardia Civil, basta con la vigilancia ordinaria del chalé porque las banderas españolas y los pitos no agreden a nadie y el retén que mantiene la Benemérita a las puertas de la casa es suficiente para dar respuesta a las protestas callejeras, en caso de ser necesario, que no lo es. La denuncia presentada ante la jueza por familiares de afectados por el coronavirus tiene una dimensión mucho mayor que lo que al principio se creía. La jueza está levantando muchas alfombras y no sólo ha reclamado informes a la Guardia Civil, sino al Ministerio de Sanidad y a la Consejería de Sanidad de Madrid y podrá ampliarlos a otros estamentos y miembros del Gobierno. Por más que el Gobierno de Sánchez lo intente, la justicia sigue su curso inapelable y se esperan posicionamientos de las asociaciones de jueces y del propio Consejo General del Poder Judicial. Es patético que, en su sectarismo, Grande Marlaska atente contra la independencia judicial, siendo magistrado de la Audiencia Nacional en excedencia y ministro del Interior. Muy presionado tiene que estar por su presidente, Sánchez, y por su vicepresidente, Iglesias, para que un hombre con la personalidad de Marlaska haya picado, en contra de su compañera instructora, intentando socavar su autoridad. La Guardia Civil, por otra parte, es inflexible en sus planteamientos y ha hecho piña en torno a su coronel. Un sumario secreto no tiene por qué conocerlo nadie, ni siquiera el Gobierno, ya que la Benemérita actúa en funciones de policía judicial, cuyos agentes dependen directamente de la jueza. Y, ya de mi cosecha, el servicio de información de la Guardia Civil es un modelo de actuación, quizá el mejor servicio de información del país, superior incluso al CNI, cuya plantilla, por cierto, se nutre en gran parte de guardias civiles. Y el coronel Pérez de los Cobos es un especialista acreditado y condecorado en la lucha antiterrorista y fue encargado por Rajoy para coordinar la actuación policial en los últimos y graves sucesos de Cataluña, que acabaron con autoridades catalanas condenadas por sedición y con Puigdemont huido a Bélgica.
Marlaska, el pequeño dictador
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