Experimentar y abrir nuevos caminos son parte de la filosofía de la bodega más antigua de las Islas Canarias: El Grifo (www.elgrifo.com), que durante los dos últimos siglos y medio se ha empeñado en arrancar al volcán la esencia de sus entrañas. En esta ardua tarea, sus responsables, la familia Otamendi y el equipo técnico, liderado ahora por el joven enólogo Jorge Rodríguez, apostaron por introducir un elemento lúdico.
Así, en 2006, decidieron pasar a la acción con una nueva versión de la uva Listán Negro en el viaje de la crianza, con la fruta y la frescura como protagonistas principales. El resultado se llama Ariana y la añada 2017 ya está lista para deleite de los amantes de vinos arriesgados y ciertamente divertidos.
Objetivo inicial: reforzar el Listán Negro
En las últimas décadas del siglo pasado, los tintos españoles de denominaciones reconocidas eran alcohólicos, con más color que los actuales y con mucha o muchísima madera. La Listán Negro, variedad hoy endémica de Canarias (tras su desaparición en Andalucía con la filoxera), tenía poca estructura, poco color y escasa graduación, en tiempos en que la moda iba en sentido contrario, la de tintos muy potentes y maderizados.
El intento de obtener un color que la Listán Negro no tenía llevaba a maceraciones prolongadas que simultáneamente extraían taninos indeseados. El vino tinto rascaba un poco. Si se acortaban las maceraciones, no era el que el mercado demandaba.
El Grifo consideró reforzar dicha uva con alguna variedad foránea que permitiera mayor estructura y color al vino tinto conforme a los gustos. Se probó la adaptación a Lanzarote de Tempranillo, Syrah y Petit-Verdot. Se vio que la variedad que se adaptaba mejor al terreno volcánico era la Syrah, cuyos sarmientos iniciales fueron facilitados en el siglo pasado por la bodega castellana Abadía de Retuerta.
El tinto Ariana es un coupage de Listán Negro con Syrah. La intención era hacer un vino con suficiente estructura para soportar una crianza en madera que diera lugar a un vino de guarda. Se pretendía que la adición de vino de Syrah no fuera dominante, que las características y cualidades de la uva de Listán Negro no quedaran tapadas por una variedad más potente. Es la excepción porque las restantes referencias de la bodega son monovarietales.
Así como la uva de Listán Negro procede mayoritariamente de los viticultores de la bodega, la Syrah se obtiene en el viñedo familiar de El Grifo. Una y otra variedad plantadas a pie franco bajo la arena volcánica y protegidas del viento con muros de piedra. La adaptación no parecía fácil, pero de manera sorprendente fue perfecta y juntas, estas variedades, generaron una simbiosis extraordinaria.
Listán Negro variedad autóctona
Es una variedad convertida en endémica de las Islas Canarias. Vino de Andalucía quizá en los años sesenta del siglo XVIII, cuando Matías Gálvez, malagueño del pueblo Macharaviaya, introdujo en Tenerife nuevas variedades que él conocía bien por el viñedo familiar de su Málaga natal. También introdujo el lagar de piedra y el cultivo en espaldera.
El Listán Negro traído por Gálvez tuvo un gran éxito posterior. El vino de Canarias, casi exclusivamente blanco hasta entonces, fue cambiando de color hasta constituirse a lo largo del XIX en la variedad más abundante del Archipiélago y así sigue hoy. En Andalucía esta variedad desapareció con la filoxera. Hoy es endémica y exclusiva de Canarias.
Da unos vinos desenfadados y a veces rebeldes, muy frescos y con un marcado carácter mineral. Estas características para el enólogo principal de El Grifo, Jorge Rodríguez, se traducen en una aventura apasionante y un reto. Sin olvidar, claro está que es una variedad que permite excelentes rosados, como El Rosado de Lágrima.
Sobre Ariana 2017
El tinto Ariana de El Grifo madura en roble. El Listán Negro (60-70%), aporta el carácter atlántico, fresco, vivo y original, mientras que Syrah (30-40%), aporta la estructura necesaria para su maduración en barricas.
Ambos vinos se elaboran separadamente, realizando el coupage antes de la fermentación maloláctica, que tiene lugar en barricas de roble francés, de diferentes tostados y con una capacidad de 500 litros. En ellas comienza el viaje, es decir, su crianza de entre 3 y 6 meses -según las necesidades de cada añada-, buscando una mayor complejidad y equilibrio entre la fruta y la madera. La elaboración concluye tras un período de crianza en botella, que aporta redondez y untuosidad.
El mercado reconoció la referencia Ariana desde un principio con premios en concursos internacionales como el Gran Oro de Iber-Wine de Madrid en 2012, hasta los oros de 2012, 2015 y 2016 del concurso alemán Berliner Wein Tropy.
El valor de las mujeres
Ariana es la hija de uno de los dos propietarios, que nació el mismo año en que este vino comenzó su andadura en el mercado. En una sociedad matriarcal como ha sido la canaria, la mujer ha tenido un protagonismo clave también en la bodega. En los 245 años de funcionamiento (creada en 1775 por el reverendo Antonio Ribera), El Grifo ha sido propiedad en su mayor parte de mujeres, que además ejercieron la dirección sin tutelas. Es el caso de las hermanas Antonia y Rosalía de Castro, propietarias ambas de durante 50 años en el siglo XIX.
Durante casi cien años, desde 1880, fueron dos mujeres de la familia actual las que dirigieron El Grifo: la madre de los actuales propietarios (los hermanos Juan José y Fermín Otamendi), Antonia Rodríguez Bethencourt, y antes, su madre, Manuela García Parrilla. Por ello, el nacimiento de Ariana y la elección de su nombre para este nuevo vino resultó perfecto como homenaje a todo lo que ha representado la mujer en la historia de El Grifo.
Ficha de cata
Color: Rojo granate intenso, de capa media, vivo y elegante.
Aroma: Singular y complejo debido al coupage de ambas variedades y a su crianza en roble. Frutos rojos como el casis o la frambuesa; toques torrefactos de tofe o caramelo. Penetrante y de carácter atlántico debido a su frescura.
Boca: Entrada golosa, fresco y equilibrado, con taninos maduros que alargan su recorrido.