lunes, mayo 20, 2024
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Convenciones y convicciones

La convención del Partido Popular finalizó en el coso taurino de Valencia con un éxtasis multitudinario ante la presencia de tantos presidentes autonómicos además de la del candidato a las próximas elecciones, Pablo Casado, recibido en loor de multitudes. La presidenta de la comunidad de Madrid, recién llegada de U.S.A., también se sumaría al acto, envuelta como siempre en un halo de misteriosa intención respecto a sus ambiciones políticas más perentorias.

Me pregunto: ¿Por qué una plaza de toros en lugar de, por ejemplo, un campo de fútbol es el marco ideal para las convenciones habidas del PP?

¿Qué simbolismo puede representar un lugar tan poco confortable como el elegido por los organizadores de eventos tan multitudinarios? ¿Quizás porque un coso taurino representa la esencia más palpable del españolismo a criterio de los consejeros de la derecha tradicional más conservadora o simplemente porque es circular?

Díaz Ayuso juega sus cartas con mucha precisión y alevosía, suponiendo que precisión y alevosía se den en los distintos juegos de azar. Sus pesados párpados y su maliciosa sonrisa de niña desobediente, contribuyen en gran manera a desorientar a sus ocultos enemigos en la aburrida estrategia que persigue para alcanzar en el seno de su partido, las cotas de poder que tanto ambiciona. Los más timoratos la adoran, pero el resto del conjunto recela de sus aviesas intenciones más íntimas; intenciones que ella jamás precisa si exceptuamos su deliberada convicción en continuar siendo la presidenta de la comunidad de Madrid por tiempo indefinido.

Pablo Casado ya ve a sí mismo como triunfador en las próximas elecciones y, además, por mayoría absoluta, lo que, según él, le concedería una gran capacidad de maniobra para diseñar una estrategia política con la que modernizar España, aplicándola en modo inverso a como han venido haciéndolo los socialistas hasta ahora. Y en eso basa fundamentalmente su casposa campaña electoral. Es por tal razón que el simbolismo que encierra una plaza de toros, a criterio de la derecha más tradicional, es creer que como en el caso último del sacrificio del inocente toro, el Partido Socialista puede también correr la misma suerte y ser apuntillado finalmente de la misma manera: completamente exhausto y agonizante contra las tablas y junto al burladero donde habitualmente suele esconderse el matador.

España no es sólo Madrid y Valencia. Y más le valiera a Pablo Casado que reflexionara sobre el particular.

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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