Ese es el título del disco que protagonizan Santiago Pérez como cantante solista y Horacio Díaz como guitarrista, arreglista y director artístico.
Al escucharlo he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía con un producto local, pues aunque ya le presuponía mucha calidad, no esperaba encontrarme con algo tan bonito y cuidado. Una voz la de Santiago Pérez que, como los buenos vinos, no sólo permanece intacta, sino que mejora con el tiempo, aportando su enorme experiencia en el campo melódico e interpretativo.
Y qué decir del Maestro Horacio Díaz que no se haya dicho ya… su maestría al tocar sus sublimes arreglos es impresionante y compruebo, como siempre, que se supera a si mismo cada vez.
Creo firmemente que es un músico que no tiene «techo» y que, aunque es valorado en el campo de la música popular, creo que no es, ni de lejos, suficiente. A estos artistas que poseen un talento tan desbordante como el de mi admirado Horacio Díaz, es de justicia reconocerlos y tenerlos en un pedestal. Así pues, vaya desde aquí mi modesta contribución a su reconocimiento público.
¡Horacio Díaz, orgullo de Argentina y de Canarias!