La lógica es útil en la realidad ya que en muchas situaciones de la vida real, brilla por su ausencia. En el ámbito de la formación es muy necesaria, porque los pasos o procedimientos lógicos hacen posible que los procesos formativos sean más rápidos y eficientes. Por ejemplo, en la era digital en la que estamos es evidente que el razonamiento lógico adquiere una relevancia mayor si cabe, ante los retos que nos presenta lo que sucede en la actualidad y también lo que se experimentará en el futuro. Los marcos éticos son esenciales para las cuestiones referidas a la Bioética y que son múltiples. La lógica influye en la ciencia, la tecnología y el conocimiento de un modo cada vez mayor. En relación con los algoritmos es preciso decir que cada vez son más utilizados en distintos campos laborales, científicos y deportivos, por sus grandes beneficios.
Por ejemplo, en relación con la práctica educativa es muy pertinente, en mi opinión, que todos los centros educativos dispongan de un aula de convivencia. Es algo que deriva de una lógica educativa perfectamente entendible. Comprendida como una forma de reeducación en los valores éticos que, en una sociedad como la actual, están olvidados por una parte de la población.
Estas aulas favorecen o potencian un proceso de reflexión sobre los malos comportamientos o las malas conductas. También sirven para que los alumnos disruptivos se den cuenta realmente de las consecuencias negativas de sus actitudes y aprendan a cambiar, para poder ser responsables de sus conductas, de una forma madura. Se trata de ir resolviendo conflictos y restaurar emociones positivas en una edad que, en cierto sentido, es problemática, para una parte de los adolescentes, por distintas causas, que pueden ser muy variadas. La educación y los buenos modales se dan en las familias, como dice el juez de menores Emilio Calatayud. La educación para la vida se debe dar en casa, aunque los docentes también colaboren de una forma activa en sus clases.
Los profesores no son los padres de los alumnos y los problemas que los estos puedan traer al centro educativo pueden ser resueltos, en algunas ocasiones, con la colaboración de toda la comunidad educativa. La incorporación de más psicólogos a los centros formativos es otra buena estrategia, para que los procesos de enseñanza y aprendizaje discurran con mayor tranquilidad para todos.
Es cierto que estamos viviendo en una sociedad en la que existe inseguridad y caos, pero siempre debe existir un orden lógico que ayude a que se mantenga, de mejor forma, la disciplina y la atención en las aulas.
Las aulas de convivencia deben contribuir a mejorar la vida académica y personal de los alumnos. También favorecen su autoestima y sobre todo su autocontrol conductual. Para que aprendan a responsabilizarse de sus conductas con los demás.
La atención en el aula de convivencia puede mejorar las actitudes en pequeños grupos. De esta manera, se realiza también el seguimiento de los alumnos con problemas de comportamiento con el asesoramiento, por ejemplo, de los Departamentos de Orientación.
Estas aulas de convivencia son compatibles con los sistemas de disciplina ya vigentes, pero los complementan en gran medida y son otra alternativa a experimentar para observar los resultados que suelen ser positivos, según la experiencia ya observada y analizada.
Está claro que además de lo relativo al aula de convivencia, en los centros educativos también se pueden aumentar o endurecer las sanciones para conseguir que al final la disciplina sea una realidad en las aulas. Esta tarea corresponde fundamentalmente a las Jefaturas de Estudios de los centros, en definitiva, a los equipos directivos.
Cada curso escolar que pasa empeoran los comportamientos de una parte del alumnado y se deben tomar medidas cada vez más duras, esa es la realidad, y querer ocultarla no sirve de nada. Los profesores aunque son autoridad pública no son policías ni ejercen como tales. Para imponer su autoridad deben contar con la colaboración y el apoyo de los equipos directivos y con un repertorio de sanciones adecuadas, por ejemplo, que los alumnos disruptivos se queden haciendo tareas o deberes a séptima hora. Además, no hay que olvidar que los buenos docentes son los que saben mucho o muchísimo y saben explicar con claridad y rigor.
José M. López García
Doctor en Filosofía por la UNED
Licenciado en Ciencias de la Educación por la UNED