La llamada Ley de Amnistía, recientemente aprobada en el Congreso, ha provocado en la derecha española, representada por la coalición PP-Vox, un gigantesco alud de fango cuyo resultado se puede apreciar a diario en las declaraciones vertidas contra Sánchez por sus señorías de la oposición, llegando incluso al insulto personal al Presidente. El colmo ha continuado con el reconocimiento por parte del Gobierno español a un Estado palestino hoy prácticamente diezmado y masacrado sin piedad alguna por la violenta artillería israelí suministrada en parte por EE.UU., quién, a pesar de todo y por boca de su longevo presidente Biden, invita a un alto el fuego provisional a los países en liza mientras se intenta solucionar el asunto en una mesa por la paz entre las partes.
Lo preocupante para nosotros los españoles, independientemente del acontecer geopolítico que tanto afecta a la política internacional en general, es el giro de los acontecimientos que puedan provocarse en nuestro país como consecuencia de la gran crispación que estremece los cimientos del Congreso de los Diputados, que llegan a soportar de mala manera los insultos procaces de carácter personal vertidos por quienes se supone que deberían guardar la esperada compostura que conlleva el cargo de Diputado.
No es difícil imaginar, a juzgar por el alza que en Europa amenaza la irrupción de una Extrema Derecha, que todos aquellos partidos de signo socialista tomen las medidas oportunas y de carácter urgente para contrarrestar el reto que suponen sus bravuconadas, además de sus políticas más restrictivas e insolidarias. Santiago Abascal en España, Le Pen en Francia, Meloni en Italia, etc., representan en la vieja Europa el retorno a un pasado devastador y por todos ya conocido que, desgraciadamente, culminaría en el holocausto que supuso la segunda guerra mundial, desencadenada por el mismo afán de conquista y rapiña que hoy pretenden llevar a cabo los ya antes mencionados.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes