Thibon es un gran filósofo y escritor francés que nació en 1903 y falleció en 2001. Fue nominado cuatro veces al Premio Nobel de Literatura y recibió el Gran Premio de Filosofía de la Academia Francesa. Poseedor de una colosal biblioteca, escribió numerosos libros y pronunció muchas conferencias sobre filosofía. Aunque no es un pensador académico, su erudición fue extraordinaria y se interesó por numerosas cuestiones, con un enfoque metafísico y literario también. La filósofa Simone Weil era amiga de Thibon y compartían planteamientos filosóficos, en relación con los problemas filosóficos de su tiempo. Los hombres de lo eterno es un libro recientemente publicado de Gustave Thibon por Rialp en España, en este mismo año 2024 y reúne veinte conferencias de un periodo que comprende desde 1945 a 1980. La obra de este filósofo sigue publicándose en todo el planeta. Su filosofía se puede clasificar, como un realismo espiritualista y personalista, algo que puede parecer contradictorio, pero que no lo es, ya que Thibon no reniega del progreso contemporáneo. Si bien pone de manifiesto en su producción escrita, que la existencia actual no se orienta, en general, por los valores éticos y por la solidaridad y responsabilidad hacia los demás. También critica la superficialidad reinante y otros defectos evidentes, que se observan en el mundo contemporáneo. Como escribe Thibon “Uno puede consolarse por no saber coger un pincel, pero no puede, sin traicionarse y desnaturalizarse renunciar a pensar”. Algo que sucede con frecuencia en la sociedad del espectáculo del siglo XX y XXI. Además, este escritor francés reivindica el valor de la escritura, como forma de explicarse a uno mismo lo que se está pensando. En realidad, escribir es pensar. Es cierto, sin duda.
Critica el irrealismo de pensamientos, afectos y acciones en el mundo presente, por el desconocimiento de lo real y de las causas y consecuencias de lo que sucede. Escribe que “Todo se desarrolla en la superficie, cada vez más, pero más y más superficie no crea profundidad”. Y esto lo dice con relación a lo que nota, de forma evidente, a lo largo del siglo XX, pero es aplicable también y más intensamente al siglo XXI. Pone de relieve también que se necesita tiempo de reflexión, ya que la velocidad, con la que se vive actualmente, limita la libertad humana, porque es preciso conocer las cosas, con más matices y profundidad. Es entendible que escriba que “todo pasa, nada se fija en las mentes sobreexcitadas en la superficie y anestesiadas en profundidad”. El valor del propio criterio es esencial para saber decir no, con la finalidad de preservar la libertad y el proyecto vital de cada sujeto. La meditación es necesaria para la orientación conductual con tiempo para pensar, leer, etc. Thibon realiza una dura crítica contra el desprecio a los estudios puramente literarios y filosóficos, que son absolutamente necesarios, al igual que lo son los científicos. No todo debe consistir en la acción, ya que los fines son más decisivos que los medios. Además, el pensamiento autónomo, propio y original es lo necesario en la sociedad actual y también es lo mejor, para una vida más plena de las personas.
También analiza la excesiva disgregación de la existencia actual y escribe que “la espantosa dispersión de la vida moderna es otra causa de irrealismo” que es algo negativo, ya que la vitalidad humana tiene que estar basada en lo real o en la materialidad de las cosas y la gran cantidad de informaciones y estímulos que capta o aprehende cualquier persona normal a cada momento deshumaniza al ser humano, desde la perspectiva de Thibon, porque también tiene que atender a la vida familiar y profesional y todo junto es demasiado.
La existencia devora al ser humano, por la excesiva cantidad de tareas a realizar cada día. Como expresa este filósofo “Ya no tiene tiempo para pensar, dice, tiempo para leer, tiempo para dedicar una hora a algo remotamente esencial (conversación con un pariente, con un amigo, intercambio de cartas, etcétera).” Se vive cada vez más rápidamente, y la vida se desliza entre los dedos. Mucha gente ya no sabe hacia dónde va.
La acumulación de posesiones no es la solución, ya que deja un vacío que no se llena con los bienes materiales. En este sentido, los Pensamientos de Pascal también tratan de la falta de reflexión y profundidad, ya que la diversión continua no es la solución a los males humanos, porque produce una vida muy superficial. Lo que no quiere decir que el entretenimiento y el disfrute del arte y la naturaleza sean algo negativo, todo lo contrario, pero no es lo único en el vivir humano.
Dice Thibon que “Una sociedad que da tanta importancia a los medios se condena a sí misma”. En efecto, las finalidades, proyectos y sueños de los sujetos son la esencia de la vida, porque dan diversos sentidos. La reforma interior en cada individuo es la clave, para una mejora individual y social.
Doctor en Filosofía por la UNED
Licenciado en Ciencias de la Educación por la UNED