TRIBUNA LIBRE
La gratitud es una de las virtudes más nobles del ser humano. El ágrafo Manuel Domínguez, presidente regional del PP, está ahí porque lo apoyaron, entre otros, Antonio Alarcó. Alarcó, en las pasadas elecciones, obtuvo 192.000 votos para el Senado, más que el propio PP. Y ahora lo han apartado del Senado. Han puesto en su lugar en las listas al alcalde de Santiago del Teide, un señor llamado Emilio, muy votado en su pueblo, y a Ana Zurita, que obtuvo tres concejales en La Laguna, el resultado más pobre para el PP en la historia de la democracia. Bonito cartel, ni Crespo lo habría hecho mejor. Yo no soy demoscópico, pero me da que la arquitecta se puede quedar fuera del Senado. Desde luego, yo no los voy a votar; antes lo hago en blanco. Domínguez, como buen mago revirado, se dedica a vigilar sus linderos, incapaz de recordar lo que hizo Alarcó por él. Y es muy torpe. Lo peor del mundo es darle a un mago una gorra y un pito y que te aparque el coche. Entonces se cree primero sargento, luego comandante y finalmente se pone el entorchado de militar de alto rango y le añade a la gorra una cinta roja de general. Yo, a mi edad, estoy desencantado de todo. Si para derrotar a Pedro Sánchez el PP aparta de las listas a los mejores puede ser que crea que con las siglas lo va a tumbar. Cuidadín, cuidadín. Si a mí me dejaran escribir de política diría muchas más cosas, pero no puedo. Lo de Alarcó se venía gestando desde hace tiempo. Su actividad a favor del PP le ha acarreado incluso hasta algún toquito de salud, pero no hay más que leer a Rato para saber lo vengativos que son los que mandan en el partido. Empezando por Rajoy y acabando por este otro gallego.