La Constitución de un país, moldeada por los valores y aspiraciones de su sociedad, sirve como el pilar fundamental de una democracia robusta. Su ratificación democrática, con un asombroso respaldo del 91% de los ciudadanos, refleja el consenso colectivo y establece las reglas del juego para la convivencia armoniosa, la igualdad y la justicia.
La Base de la Estabilidad es respetar la Ley de Leyes que proporciona la base para la estabilidad política y social. Actúa como un marco que guía las acciones del gobierno y establece límites claros para evitar abusos de poder. Cuando los ciudadanos y las autoridades respetan estos límites, se fomenta un ambiente propicio para la convivencia pacífica y el desarrollo sostenible.
La Constitución, respaldada por el pueblo español, es la piedra angular que garantiza los derechos y deberes de la población. Al respetarla, se protegen las libertades individuales y se asegura que todos los ciudadanos sean tratados con igualdad y justicia. Esto promueve una sociedad inclusiva y equitativa, donde cada persona tiene la oportunidad de prosperar sin discriminación.
Preservar el Estado de Derecho. Este principio significa que todas las personas, incluidos los líderes y las instituciones, están sujetas a la ley. La Constitución de 1978 establece las reglas del juego y garantiza que nadie esté por encima de ellas. Esto crea un entorno donde la justicia prevalece y la arbitrariedad es rechazada.
Es imperativo destacar que aquellos que intentan subvertir la Constitución mediante artimañas espurias y golpes de estado deben enfrentar el pleno peso de la ley. La fortaleza de una democracia reside en la protección activa de sus principios, y cualquier intento de socavarlos debe ser enfrentado con determinación y justicia. La aplicación rigurosa de la ley garantiza la preservación de la democracia y la protección de los valores que la sociedad ha elegido defender.
Ningún cargo electo debe utilizar su presunta intención de diálogo como excusa para saltarse los preceptos constitucionales ni la separación de poderes del Estado. El diálogo constructivo debe estar en consonancia con los principios constitucionales, asegurando que la negociación y la cooperación no comprometan la integridad de la democracia ni debiliten la división de poderes esencial para su buen funcionamiento.
Nuestro Jefe del Estado ha insistido en el respeto a la Constitución para construir y mantener una democracia duradera. Al seguir sus principios y aplicar consecuencias claras para los infractores, y al insistir en que el diálogo no transgreda los preceptos que rigen nuestra sociedad se compromete con la creación de un entorno donde la justicia, la igualdad y la participación ciudadana son los pilares fundamentales. En este compromiso reside la promesa de un futuro donde la democracia y el dialogo florezca y prospere.
Antonio Mingote, reconocido por su aguda perspicacia y su talento para la sátira, dibujó la Constitución española de 1978 como una madre que protege a sus hijos, los guía, orienta y nutre. Al igual que el amor y el respeto hacia una madre, la sociedad debería sentir un profundo respeto y afecto por la Constitución, reconociendo su importancia en la vida diaria de nuestra nación.
Los pequeños personajillos díscolos con ideas excluyentes, políticas más próximas al frustrado pintor austriaco o del pajarito bolivariano no deberían tener cabida en una Europa que pretende ser fuerte. Esperemos que los súbditos que votan por ellos lean un poquito más.-Confucio.