La resignación y la entereza de todas las familias afectadas por la erupción del volcán en la isla de La Palma entrevistadas por los distintos medios de comunicación, va mucho más allá del carácter catastrófico de las candentes lenguas de lava que discurren por la superficie insular, arrasando todo lo que encuentra a su paso y cambiando para un futuro próximo la hasta hoy bella orografía de un paisaje que sufre agónico e impasible sus graves consecuencias térmicas.
Los catalanes no sólo se lamentan de cuanto ocurre en La Palma, sino, además, del triste destino que les depara a todos aquellos isleños que han perdido lo poco que tenían de su ya de por sí, discreto patrimonio Así me lo han manifestado personalmente todos y cada uno de los muchos peninsulares que me conocen y que, como canario que saben que soy, también son conscientes de la triste congoja que tanto me afecta y del profundo desconsuelo que sufro por el incierto futuro que les espera a todos mis paisanos de la isla bonita. Todo ello sin contar con el sentimiento de culpa que me embarga al encontrarme tan lejos en momentos tan dramáticos como delicados y no poder hacer nada por ayudarles.
Ha tenido que erupcionar un volcán, con todas las consecuencias que ello significa, para que tanto el Gobierno como la oposición coincidan, aunque sólo sea por ésta vez, en aunar fuerzas encaminadas a tratar de minimizar el dramático impacto material, emocional y psicológico por el que atraviesan estos aciagos días la mayoría de damnificados palmeros. Y es justo que así sea ante un drama de tamaña consideración y que para tratar de paliarlo sólo es necesaria la colaboración de todos y cada uno de los partidos políticos, sin esperar a priori nada a cambio como no sea el sincero y profundo agradecimiento al que siempre es tan propensa la gente sencilla y sufridora como es el caso.
Este compromiso solidario entre Gobierno y oposición no debería quedar sólo circunscrito a este dramático episodio en concreto que tanto afecta al archipiélago canario y en especial a la isla de La Palma, sino que debería perdurar en el tiempo o, como mínimo, durante toda una legislatura que permita un mayor consenso político entre partidos a la hora de aplicar medidas extraordinarias, cuando no drásticas, para tratar de paliar en lo que sea posible la extrema pobreza que tanto afecta a un porcentaje, sensiblemente alto, de la clase trabajadora en nuestro país.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes