La sombra violenta de la intolerancia todavía se cierne sobre aquellos armarios que deciden por fin abrirse al abrigo de las nuevas leyes que protegen los derechos de quienes aún han permanecido en su interior por el miedo, siempre al acecho, que suscita la descarada homofobia que todavía caracteriza a buena parte de la población española y que despierta tanta violencia como la ocurrida en Coruña y que, cobardemente, se ha saldado con una nueva víctima por su supuesta condición sexual.
La excusa esgrimida por el agresor ha sido la supuesta grabación sin su consentimiento de un video por parte de la víctima del que el asesino se ha sentido protagonista, sin llegar a plantearse siquiera de que nadie se encuentra exento de ser filmado hoy en día sin su consentimiento, habida cuenta de que puedes aparecer en unas imágenes que han sido grabadas con otras intenciones bien distintas como las que pueden ser la filmación de una calle, de una playa, etc., en las que puedas aparecer por accidente y no a propósito.
De más está el saber que, por ejemplo, las cámaras de seguridad de muchos establecimientos, así como la de determinados espectáculos como fútbol, conciertos, etc., etc., también te están grabando sin tu consentimiento y ello no implica el hecho de que tú puedas aparecer sin pretenderlo el operador en determinada secuencia y que tal motivo, desde tu punto de vista, te conceda el derecho de agredir a quién se encuentre en la calle filmando cualquier acontecimiento del que hayas podido formar parte.
Como reportero gráfico que también he sido, he tenido que fotografiar muchas situaciones de las que, sin su expreso consentimiento, hayan podido haber formado parte otras tantas distintas personas ajenas al motivo de mi trabajo, pero el delito consiste en el tratamiento al que tú expongas a los personajes ajenos al reportaje, independientemente de su presencia en la escena que me ha interesado.
De manera que, desde mi punto de vista, en la agresión con resultado de muerte del joven Samuel, parece predominar, por parte de los agresores, la excusa de la supuesta filmación no consentida cuando, en realidad, la motivación real en el consenso del grupo trata de una furibunda homofobia declarada contra la víctima por su supuesta condición sexual y eso, hoy en día, se considera un delito muy grave por el que los inculpados deberían de pagar con las rigurosas penas que, afortunadamente, establece la Ley para estos casos.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes