jueves, enero 16, 2025
InicioEL RINCÓN DE CONFUCIO¿Quién va a pedir perdón al pueblo?

¿Quién va a pedir perdón al pueblo?

  • ¿Quién pedirá perdón a los valencianos y palmeros?
  • ¿Alguien ha pedido perdón por el encierro ilegal de la pandemia?
  • Toc, toc… ¿Hay alguien ahí con vergüenza?

El presidente del gobierno se hacía esta pregunta sobre un alto cargo público dependiente directamente de él, pero la pregunta debería de replantearla y buscar quién pedirá perdón al pueblo…quién asumirá la responsabilidad por décadas de políticos corruptos, mentirosos y prevaricadores que han engañado a la ciudadanía.

Las promesas electorales deberían ser contratos firmados y rubricados; su incumplimiento castigado con la máxima pena prevista por el Código Penal. La mentira es el pilar que sustenta todo tipo de corrupción, las justificaciones con la que los dirigentes han construido su particular relato. Olvida el político mentiroso que no solo engaña a los votantes, estos seres erosionan el valor más preciado de una sociedad: La confianza en el sistema.

Resultan escandalosos los escándalos de prevaricación, cohecho, falsedad documental, tráfico de influencias, negocios turbios y demás temas escabrosos –delictivos o no– que salpican el territorio nacional. Desde hace décadas la capacidad de asombro del ciudadano se ha visto desbordada y se llega a la conclusión de que “todos son iguales”. Evidentemente no todos son iguales, pero se esmeran mucho en disimularlo defendiendo lo indefendible de sus líderes.

Además de la desconfianza en nuestro sistema político la corrupción es un virus que junto a las mentiras conllevan otros hechos dolosos. El desvío de fondos públicos, la manipulación de contratos estatales, políticos que anteponen sus intereses personales a los colectivos están a la orden del día y eso se refleja en carreteras sin mantenimiento, merma en los servicios públicos, escándalos mediáticos…

Pero lo más significativo es la institucionalización de la mentira. Desde los cargos políticos más elevados hasta los más insignificantes resultan ofensivas las explicaciones vacías que dan a sus cagadas sufragadas con el Erario. Enumerarlas sería una labor ardua, desde que tenemos memoria ha habido multitud de hechos dolosos e incluso criminales que ruborizarían a todos y cada uno de los partidos del arco parlamentario, pero lo más lamentable y a pesar de la magnitud de estos escándalos, las disculpas han brillado por su ausencia y no digamos nada lo de asumir responsabilidades.

Sabemos que será infructuoso que un ciudadano vulgar y corriente –contribuyente y pobre de que no lo sea– pida explicaciones sobre el relato que nos meten por el orto y si lo rechazas eres fascista o comunista. España siempre ha adolecido de un cronista serio que simplemente se limite a contar lo que ve, como hacía Don José Rodríguez Moure, un ejemplo a seguir para saber de qué va todo esto de la historia.

Sabemos que pedir perdón es un gesto simbólico de humildad, pero eso ya no basta. Es necesaria la reparación y la promesa firme de que no volverá a ocurrir…toda una utopía con los políticos que tenemos. Mientras el pueblo sigue pagando el precio de sus errores y delitos… ¿quién va a pedir perdón al pueblo? –Confucio.

Nota de la Redacción:

José Rodríguez Moure (La Laguna, 1855-1936) fue un sacerdote, historiador, escritor y Cronista Oficial de San Cristóbal de La Laguna. Licenciado en Derecho, destacó por su contribución al desarrollo político, educativo y cultural de la región. Donó su monumental colección documental a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, consolidándose como uno de los historiadores más relevantes de la ciudad.

Entre sus obras más destacadas se encuentran la «Guía histórica de La Laguna» y «Cuadros históricos de la admirable vida y virtudes de la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado».

La ciudad de La Laguna le rinde homenaje nombrándolo Hijo Predilecto en 1921 y dedicándole una calle que anteriormente se conocía como El Remojo. Además, una estatua en su honor se erige en la Plaza del Doctor Olivera, inaugurada en 2018.

Su legado perdura en la memoria colectiva de La Laguna, siendo recordado por su dedicación a la historia y cultura de la ciudad.

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