Estaba viendo las noticias de Antena 3, saltaron las primeras informaciones sobre un vuelo con destino a Canarias, procedente de Madrid-Barajas había sufrido un accidente en el momento de despegar. Los números de vuelo de Spanair con destino a Canarias eran muy parecidos, recuerdo que empezaban siempre con el JK-50xx. Era habitual de esos trayectos y de inmediato me sentí identificado con la situación. Jamás me había perturbado tanto una noticia como la del vuelo JK5022 que debería haber aterrizado en el aeropuerto de Gando.
El Mac Donnell Douglas MD-82 tenía 15 años de servicio, había sido fabricado en 1993 y sus primeros seis años de vida cubrió rutas de Korean Air. No era un aparato viejo, la compañía española lo había matriculado como EC-HFP en 1999 y en esta ocasión cubría la ruta Madrid a Gran Canaria con código compartido con Lufthansa LH2554, como miembros de Star Alliance.
El comandante, un joven de 39 años y con un total de 8.476 horas de vuelo; el copiloto de 31 años y 1.276 horas de vuelo ya habían realizado el primer trayecto desde Barcelona a Madrid sin ninguna incidencia. En el avión había 172 personas; fallecieron 154 -135 españoles y el resto de otras nacionalides- y sólo hubo 18 supervivientes.
La compañía Spanair en el momento del accidente contaba con un gran prestigio entre los usuarios, formaba parte del Grupo SAS y sobre todo en Canarias tenían muy buena consideración; ofrecían un servicio eficiente y de calidad. Este fue su único accidente mortal en los veinticinco años de historia y supuso el declive de la empresa hasta su cierre.
La gestión del accidente por parte de aseguradoras, empresa, tribunales y el propio gobierno ha sido muy polémica, los afectados se han sentido ninguneados por las administraciones. Si desea más información al respecto podrán encontrarla en las múltiples publicaciones disponibles en Internet, mi único objetivo en este día es recordar ese 20 de junio de 2008, el día en el que todos los residentes canarios nos vimos dentro de ese avión. Los fallecidos y sus familias siempre estarán en nuestros corazones.–Confucio.
