No estoy seguro ni me importa si el apuesto actual vicesecretario del PP, Pablo Casado se mantiene soltero o no pero que, desde luego, sí que conserva una estrecha relación política y casi sentimental con su mentor, el sr. Aznar, es del todo conocida y prueba de ello es la esperanza que el expresidente del partido mantiene depositada en su pupilo para tratar de refundar, según sus propias declaraciones a través de FAES, “un centro derecha liberal y conservador” en la misma medida y proporción que también ha vaticinado en sus últimas intervenciones el propio sr. Casado máxime cuando, como a partir de ahora, empieza a contar con el apoyo al parecer incondicional de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.
El sr. Casado, sería el último, por no decir el único, que continuaba respaldando las tesis conservadoras de su mentor Aznar difundidas a través de FAES en las que se atrevía a tratar de arrogantes a todos aquellos que ponían en duda sus últimos postulados sobre el nuevo impulso que debía acometer el partido si no quería ser fagocitado por la izquierda, representada ésta, principalmente, por el PSOE y Podemos.
Habremos de esperar hasta el próximo fin de semana para poder dilucidar quién de los dos contendientes terminará siendo el o la nueva presidente del Partido Popular.
Las luchas internas acontecidas últimamente en el seno del PP, contrasta con la calma chicha que reina en el interior del Partido Socialista, donde todo parece ser corrección, elegancia, paciencia y, sobre todo, prudencia. Prudencia para tratar de apaciguar, en la medida que se pueda, los intereses independentistas en Cataluña, quienes, por cierto, no cejan en su empeño en tratar de exigirle al actual Gobierno socialista la autorización sin condiciones que permita organizar un nuevo referéndum con garantías suficientes que, cuanto menos, les aproxime finalmente a una declaración no violenta de independencia. Y en eso están. Creen los independentistas catalanes que habrá mejores oportunidades para lograr su propósito a lo largo de esta legislatura socialista que no las que tendrían en una próxima legislatura a cargo del PP en el supuesto caso de que éstos ganaran las próximas elecciones de 2020.
De modo que esa tolerancia democrática que hoy en día los partidos independentistas catalanes y el PSOE parecen profesarse, está fundamentalmente basada en la consecución de un imposible si los socialistas continúan ciñéndose estrictamente, como viene siendo habitual, a lo que a tal efecto contempla la Constitución española.
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