sábado, abril 20, 2024

La Palma

Nada se puede contra la fuerza desatada de la naturaleza como no sea la de amparar eficazmente a nuestros semejantes, animales y enseres de la voracidad de un volcán en erupción como sucede en el caso de la bonita isla de La Palma.

Lenguas de magma incandescente, desde el vientre de la madre Tierra, descienden lentamente ladera abajo hasta precipitarse pesadamente en el mar, sin que nada ni nadie pueda detener su empuje, llevándose por delante a cualquier ser vivo que ose cruzarse en su candente camino.

En ocasiones y cuando el tiempo es favorable, desde Tenerife puede verse la graciosa silueta de la isla de La Palma, recortada sobre el azul del cielo en el lejano horizonte marino; tranquila y apacible. Esa silueta silenciosa nos recuerda, la mayoría de las veces, que debemos visitarla sin temor porque la mayoría de los canarios solemos olvidar fácilmente que vivimos sobre volcanes a los que, por suerte, ya nos hemos acostumbrado de tal manera que no mostramos ningún entusiasmo por ese espectáculo de ruido, gas y fuego que termina por arruinar cosechas, asolar paisajes, destruir pueblos enteros y, en el peor de los casos, también cobrarse vidas de animales y personas indiscriminadamente.

Aún así, quienes hemos visitado La Palma, no la hemos olvidado nunca a pesar de que en los últimos veinte años, esta es la segunda vez que uno de sus volcanes nos sorprende con sus arrebatos incontenibles. Amamos las islas por muchas razones que ya todos conocemos: por su clima, su paisaje, su gastronomía y, sobre todo, por nuestra gran hospitalidad para con nuestros semejantes. Hospitalidad de la que hemos dado ejemplo no sólo en momentos tan aciagos como éste en particular sino también en muchos otros casos donde un volcán no ha sido precisamente nuestro peor enemigo.

Con sus temblores y el eco de sus estertores en los últimos días, el volcán ya anunciaba su inmediata y repentina erupción. Por tal razón, espero y deseo que si los dioses de nuestros antepasados, -dispensándonos tan larga tregua-, parecen haber sido tan benevolentes como han venido siéndolo hasta ahora, cesen con el cruel hostigamiento al que hoy en día están sometiendo a la llamada isla bonita de nuestro archipiélago canario y traten de protegernos mucho mejor y de mejor manera de lo que lo hicieran en su día, cuando la conquista nos sorprendió dolorosamente a todos sin que nos la anunciaran de antemano.

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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