Esta misma semana se aprobó la Ley de Cambio Climático en nuestro país. Términos como «sostenibilidad», «carbono cero» y «huella ecológica» son parte de nuestro día a día en el diseño de políticas y la emergencia climática también es una realidad aceptada por nuestro gobierno. Hemos avanzado muchísimo en un campo en el que hace treinta años se miraba como un bicho raro a aquel que hablaba de calentamiento global.
Hoy quisiera hablarles de un tema que me interesa, preocupa y fascina a partes iguales y del que ya he escrito en varias ocasiones anteriores: el cambio climático en África, concretamente en una región que nos toca de cerca, y cuya estabilidad se ha convertido para nuestro país en una cuestión de Estado, el Sahel.
Porque el continente vecino no se encuentra en una burbuja de realidad alternativa a la que no le afectan estas preocupaciones globales. De hecho, África es el continente que produce menor número de emisiones contaminantes y, al mismo tiempo, la tierra que sufre con mayor virulencia el impacto de fenómenos meteorológicos adversos, como huracanes, lluvias torrenciales o sequías. Se ha comprobado la relación entre las migraciones y estos fenómenos, que desequilibran las cosechas, el pastoreo y las vidas de millones de personas, y ya se utilizan conceptos como «migrante climático» para definir a las personas que se mueven a consecuencia de este fenómeno. Debemos recordar, aquí, que los movimientos son mayoritariamente intraafricanas.
Se sabe a ciencia cierta que en esta región del continente africano las lluvias son más variables ahora, que se incrementan los fenómenos climáticos extremos y que la temperatura sube a mayor velocidad que en otras partes del mundo (1,5 veces más rápido en el Sahel que la media global). Que la región está sufriendo el embate del cambio climático como ningún otro lugar en el mundo no es opinión, son hechos. Lo que queríamos preguntarnos desde Casa África es cómo el cambio climático en esta región agrava la inestabilidad, el conflicto y la seguridad alimentaria, si lo hace.
Por todos estos motivos, organizamos un webinar esta semana que quería centrarse en el impacto del cambio climático sobre estos factores. Algo muy necesario y debo decir que, también, muy instructivo. Contamos con grandes expertos como la periodista Ángeles Lucas, la cooperante Mar Pozuelo, los investigadores Boubacar Ba y Oriol Puig y el coordinador del proyecto de la Gran Muralla Verde en Níger, Abdou Maisharou.
Oriol Puig, del think tank barcelonés Cidob, desveló por primera vez las conclusiones de un proyecto europeo, llamado EU H2020 Cascades, que analiza el nexo entre cambio climático, seguridad alimentaria, conflicto y migraciones. Las conclusiones nos hicieron entender la complejidad del asunto, que el cambio climático por sí solo nunca puede ser el causante de algo, sino que es solo un factor más que complica el entorno donde unas decisiones, principalmente políticas, se producen.
El trabajo de estos investigadores propone, principalmente a la Unión Europea, que se fomenten en el Sahel iniciativas que aprovechen la complementariedad entre agricultura y pastoreo, que promuevan la adaptación a pequeña escala y la minimización de posibles impactos negativos, que relajen el control migratorio y respeten la movilidad intraafricana como estrategia adaptativa. El informe recomienda incluso redefinir las estrategias securitarias, priorizar los enfoques en derechos humanos y garantizar una coherencia de políticas. En definitiva, un mensaje claro: no despoliticemos ni el hambre ni los conflictos. Su origen es político.
De hecho, hay expertos africanos que abogan por desvincular completamente el cambio climático del agravamiento del conflicto. Boubacar Ba, director del Centro de Análisis sobre la Gobernanza y la Seguridad en el Sahel, nos contaba que la situación de inestabilidad maliense está directamente provocada por la violencia armada de sus actores, por la mala gobernanza, por el injusto reparto de derechos sobre la tierra y por cuestiones sociopolíticas, mientras que migraciones y perturbaciones climáticas tienen un carácter cíclico. El cambio climático, nos vino a decir, si bien es cierto que complica las cosas y fuerza cíclicamente movimientos de población (migraciones) no debe ser una excusa utilizada por los actores locales cuyas decisiones sobre cuestiones como la propiedad de la tierra, por ejemplo, sí ocasionan conflictos y muerte.
Con el de este jueves cerramos un ciclo de webinarios sobre la seguridad en el Sahel y África occidental del que hemos aprendido cuestiones que comparten este mismo mensaje. De un debate sobre la piratería marítima en el Golfo de Guinea, por ejemplo, dedujimos que para aprender lo que pasa en el mar hay que mirar a la tierra, admitir que las desigualdades y la ausencia de una gobernanza eficaz en el Delta del Níger seguirán espoleando a los jóvenes a convertirse en piratas si no hay desarrollo, si no hay opciones para ganarse la vida en condiciones.
Del segundo debate, sobre el terrorismo en el Sahel, nos quedamos con la complejidad de un espacio y unas realidades locales a las que debemos acercarnos y respetar, que el Sahel no es Afganistán, ni el Vietnam, y que para parar el terrorismo es fundamental el desarrollo a través de las comunidades locales. De nuevo, la gobernanza.
De la crisis del Norte de Nigeria, en un momento en que Boko Haram parece estar a punto de diluirse y posiblemente integrarse en el Estado Islámico, nos llamó la atención el poco caso que se le hace a una crisis humanitaria de dimensiones colosales y que debe atajarse con la colaboración intensa de actores locales, nacionales e internacionales.
Y de este último debate, sobre el cambio climático, quiero destacar la importancia de que entendamos la necesidad de aceptar que las cosas son complejas, que el cambio climático genera un entorno cada vez peor para el desarrollo, pero que nunca debemos olvidar que el desarrollo depende de las políticas. Otra vez, pues, la gobernanza.
Tenemos por delante meses, y años, complejos y difíciles para una región que como hemos hablado estos días es nuestro patio trasero. Sin ir más lejos, esta semana ha habido un nuevo golpe de Estado en Mali, de nuevo un paso atrás en todos los avances que se estaban dando junto a los malienses para consolidar la paz y contra la expansión del yihadismo. Nos vienen tiempos de nuevo complicados en el ámbito migratorio, donde se acercan los meses en que el mar, más calmado, suele traer más embarcaciones y, con ello, el riesgo de más tragedias de personas en el mar buscando una vida mejor. Ante todo este panorama, es fundamental que estemos informados, que entendamos lo que está pasando en el continente africano, en el Sahel y en los países de África occidental, para poder dar respuestas que estén a la altura de lo que, como país democrático, abierto y tolerante, se espera de nosotros.
José Segura Clavell
Director general de Casa África