domingo, septiembre 8, 2024

El barranco

El barranco para el autóctono es el punto limpio

Los más viejos del lugar y no hablo de ingleses, alemanes, godos o caganers reconocen el barranco como el lugar donde se tiran todas las cosas inservibles o que se han convertido en estorbo en sus masías o cortijos isleños.

Según parece, la nueva ideología goebbeliana no es cuadrada; su principal lema es tirar las cosillas al barranco si así lo decide el señor de las morocotas, sin tener en cuenta que hay puntos limpios donde depositar las excrecencias que nos toca sufrir a los súbditos.

El asesor de cabeza cuadrada se ha convertido en un sumiso adulador de su Chico Martini, ha perdido durante la pandemia la hormona antimülleriana y se pliega a los deseos de su amado líder y lo larga por su embozada boca sin ruborizarse.

Cuentan las malas lenguas que el Chico Martini es un ser profundamente soberbio y que no soporta que nadie le lleve la contraria… “se enrrita”. Siente adoración por su imagen y su narcisismo exacerbado le lleva a contonearse como un pavo en un rito nupcial.

¿Qué pretende este tipo? ¿Quiere que formemos todos en la Plaza de Oriente y que cuando el amado líder salga al balcón con sus pelotas de básquet le digamos: Loor hermoso y amado ser divino? Seguramente su puerta giratoria será para hacer publicidad de algún perfume donde el macho deja rendido a sus pies a todas, todos y todes.

Seguramente, algún mal pensado creerá que estoy metiéndome con alguien en particular. ¡Dios me libre! Con perdón por lo de Dios… y lo de libre. Estoy criticando a un excelente amigo que se comporta malamente, menos mal que es amigo.

Deberíamos reflexionar con el país, región y municipio que estamos tolerando sin molestarnos en alzar la voz, el pueblo que calla está condenado. A los españoles contribuyentes, y pobre del que no lo sea, nos han inoculado el virus de la indiferencia. ¡Qué peligro! –Confucio

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