En Casa África organizamos a principio de mes un encuentro a tres bandas (Madrid-Las Palmas GC- Accra) para reunir a expertos africanos y españoles en la región del Sahel y debatir sobre la potencial expansión de la inestabilidad de la región hacia el conjunto de África occidental, especialmente a los países con acceso al mar (Benin, Togo, Ghana y Costa de Marfil)
El sentido de la existencia de Casa África en el Archipiélago canario se fundamenta en jugar un papel de observador de la realidad de los países más próximos a nuestra tierra, al objeto de colaborar con ellos. En el marco de esta idea, hace tres semanas organizamos desde Casa África, en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y el Centro Internacional Kofi Annan de Mantenimiento de la Paz (KAIPTC) de Ghana, un seminario que bajo nuestra marca #ÁfricaEsNoticia tenía un objetivo muy ambicioso: juntar a expertos africanos y españoles para reflexionar y aprender sobre un aspecto de la seguridad en África occidental del que aún se conoce y habla poco.
Se trata de la potencial expansión, aprovechando la gran inestabilidad de la región del Sahel, de los terroristas hacia el conjunto de África occidental, especialmente hacia los países costeros de Ghana, Costa de Marfil, Benín y Togo. Sus fronteras tocan con los países en estos momentos más heridos y afectados por la lacra del yihadismo: Mali, Burkina Faso y Niger.
En tiempos de Covid-19, y en un encuentro que por su interés recibimos incluso el apoyo en forma de subvención desde el Ministerio de Defensa, diseñamos un evento para fomentar el contacto interactivo entre Madrid (donde teníamos en Casa Árabe una veintena de expertos en el tema), Las Palmas de Gran Canaria (media docena en Casa África) y Accra (una veintena en la sede del KAIPTC). Una experiencia de la que aprendimos a todos los niveles, desde el tecnológico hasta, y ese era el objetivo principal, el conocimiento, el del intercambio de opiniones e informaciones sobre la situación de la región.
Desde la parte española, el evento sirvió para exponerle a los ponentes africanos el claro y rotundo compromiso de nuestro país con la región: la seguridad del Sahel y de África occidental (y eso nos trasladó la ministra Arancha González Laya en su discurso inaugural) es también la seguridad de España y Europa. A modo de ejemplo, el general García Vaquero, antiguo máximo responsable de la fuerza europea EUTM-Mali y hoy asesor para la Diplomacia de Defensa en la Secretaría General de Política de Defensa de nuestro país, recordó que España es el país de la UE que mayor número de militares aporta a las misiones comunitarias con presencia en el Sahel. García Vaquero no dudó en calificar al Sahel de «frontera avanzada de España«.
Tuvimos también el honor de tener en la sede de Casa África al General de la Guardia Civil Francisco Espinosa, máximo responsable del GAR-SI Sahel (los Grupos de Acción Rápida, unidades formadas por España y las Gendarmerías de varios países europeos). Espinosa, un hombre que lleva 20 años en el terreno (ahora con base en Níger) colaborando en la formación de militares africanos replicando para la región el exitoso modelo que la Guardia Civil creó en nuestro país. La situación, no ocultó Espinosa, es muy compleja, hasta el punto de que en los próximos meses se doblará el número de dotaciones africanas de GAR-SI (de 7 a 14) ante las necesidades existentes.
Pero obviamente, el mayor de los aprendizajes nos lo llevamos con los expertos africanos. Llevamos tiempo hablando y advirtiendo de que en el Sahel el principal problema es que es casi una quimera controlar los miles de kilómetros cuadrados de desierto y, obviamente, de fronteras. Los expertos nos lo explicaron a través de ejemplos y datos como este: más del 80% de las armas presentes en la región llegaron desde Libia a través del Sáhara, es decir, a través de las fronteras de Argelia y Mauritania.
Esa ‘porosidad de las fronteras’, un concepto que escuchamos multitud de ocasiones durante la jornada, es también especialmente preocupante entre Burkina Faso, Mali y Níger, donde existen centenares de kilómetros (casi) imposibles de vigilar estrechamente. Ello facilita las actividades de los extremistas al proporcionarles rutas de escape fáciles: atacan y después huyen a las ciudades vecinas con extrema facilidad, además de establecer con cierta comodidad bases de escondite para entrenarse y elaborar estrategias para sus operaciones.
El paisaje, en este sentido, pone todos los impedimentos al potencial control de estos grupos. Por ejemplo, a ambos lados de la línea fronteriza entre Níger, Burkina Faso y Benín (uno de los países con acceso al mar amenazados), existe un inmenso bosque que constituye no solo una densa cubierta forestal que dificulta la vigilancia aérea, sino que proporciona alimentos a los que allí se esconden mediante la caza furtiva.
Avance hacia el sur
Fue una jornada tremendamente útil para aprender y comprender por qué los yihadistas trabajan en un avance paulatino hacia el sur. El experto del think tank africano Institute of Security Studies (ISS), Sampson Kwarkye, nos explicó que, pese a que aún son pocos los ataques directos de yihadistas en Benín, Ghana, Togo o Costa de Marfil, en estos momentos lo más importante para comprender este fenómeno es la vigilancia en las zonas fronterizas de la logística y las redes de distribución. En las maniobras encubiertas o clandestinas de los grupos extremistas violentos para generar, acceder, mover y distribuir los recursos – financieros, logísticos y humanos – que necesitan.
Por ejemplo, ya existen claros indicios de cadenas de suministro de recursos para los extremistas violentos en la costa de África occidental: desde el tráfico de motocicletas desde Nigeria (las motos son un vehículo rápido, barato y adaptable al territorio, un transporte tremendamente eficaz y peligroso para el estilo de ataques rápidos y con dispersión en la huida por parte de los yihadistas), hasta el robo de ganado a los pastores del Sahel, que a través de una compleja red que implica a traficantes y hasta a carniceros acaba vendiéndose en mercados de Ghana y de Costa de Marfil. Incluso el tránsito de fertilizantes (se utilizan también para fabricar explosivos) desde los países costeros hacia la región del Sahel es un factor de preocupación. O que clave es también el hecho de que la región es rica en minas artesanales de oro, algo que los yihadistas conocen bien y que se han empeñado en controlar para poder financiar sus operaciones. Ese oro, sostienen, acaba en manos de comerciantes de Benin y Togo.
Lo que aprendimos de esta interesante experiencia de intercambio entre expertos africanos y españoles es que la potencial expansión de los grupos terroristas vinculados a Al Qaeda y el Estado Islámico hacia los países costeros es un hecho real que preocupa enormemente en la región. Y dicho esto, que a nadie le quepa duda de la importancia y lo fundamental que es la seguridad de los países costeros, a cargo del control de los tráficos en este rincón del Océano Atlántico.
Lo mismo ocurre con la radicalización de los jóvenes, tema que ocupó una mesa entera. Mientras la profesora española de la Universidad Internacional de Rabat y profunda conocedora del Sahel, Beatriz Mesa, nos alertaba desde Accra del peligro de atribuirlo todo exclusivamente al factor religioso y de obviar los componentes étnicos y las complejas dinámicas locales de cada región, un experto ghanés, Mutaru Mumuni, nos deslumbraba con una excepcional ponencia sobre por qué los jóvenes de África occidental se radicalizan y acaban, en muchos casos, falleciendo tras generar mucho dolor y muerte a civiles y militares, bien en el propio Sahel o incluso en campos de batalla que les son del todo desconocidos, como Siria o Irak.
En un seminario basado principalmente en la seguridad, prácticamente todos los panelistas y ponentes intervinientes nos recordaron que si bien la respuesta militar y policial es capaz de detener momentáneamente (aunque con poco éxito en la actual realidad del Sahel) a los grupos yihadistas, ésta carece de la habilidad de permitir la estabilidad y el desarrollo. Expertos españoles en la región como Jesús Diez Alcalde o Jesús Núñez Villaverde señalaron la necesidad de abandonar la perspectiva estrictamente securitaria, al evidenciarse que los gobiernos de la región no están siendo capaces de responder a lo que les demanda su población, por lo que el esfuerzo exterior (incluido el español) debe ir más allá del militar y policial.
Como nos dijo Mumuni, las posibilidades de obtener beneficios sostenibles en el Sahel dependen de que se aborde la amenaza «desde la perspectiva de la seguridad humana«, que proteja a la población civil y sus medios de vida. Que incorpore, en definitiva, iniciativas de desarrollo «a cualquier programa de seguridad» que se ponga en marcha.
La receta, pues, pasa por contrarrestar los factores que impulsan la radicalización, hacer frente al desempleo que genera desesperanza, crear mecanismos comunitarios locales más fuertes para apoyar los medios de vida y generar un apoyo público sostenible. En definitiva, que se fomenten iniciativas que consigan el apoyo de las poblaciones bajo la premisa de que siempre combinen el desarrollo y la seguridad, dos elementos totalmente indisociables.
Como ven, la seguridad, estabilidad y desarrollo del Sahel son temas fundamentales para la seguridad de Canarias, de toda España y de la Unión Europea. No olvidemos que vivimos en un Archipiélago atlántico, frente a las costas africanas. Lo que ocurra frente a nuestras costas debería, como mínimo, generarnos curiosidad y prevención.
Entiendan, pues, que tras la importante experiencia de intercambio de conocimiento que vivimos, creyese fundamental trasladárselo con este artículo a los lectores. Desde Casa África, la seguridad, y específicamente el Sahel son un tema que llevamos años trabajando, siempre pensando en la vertiente de generar más conocimiento y ampliar la red de contactos de los expertos que hay en nuestro país con expertos, organismos e instituciones africanas. Sin ir más lejos, hace poco más de un mes celebrábamos un webinar sobre el Golpe de Estado en Mali. En nuestro empeño está seguir en esta línea, porque insisto, la seguridad del Sahel y de África occidental es también nuestra seguridad.
José Segura Clavell
Director general de Casa África