La oficina no tenía más de cuarenta metros cuadrados, era la habitación de un antiguo hotel, estaba ubicada a nivel de suelo con lo que podía uno contemplar el jardín que rodeaba el edificio, muy bien cuidado, por cierto, y el aparcamiento de los aviones, la pista de vuelo, era lo único que uno podía ver antes de divisar la vegetación del otro lado del valle.
El aeropuerto se hallaba enclavado entre una pequeña cordillera montañosa. El día era triste había estado lloviendo desde la madrugada y no había cesado todavía, serían las cinco de la tarde cuando contemplaba sentado desde mi despacho todo cuanto acabo de describir.
Veía el ir y venir del personal de las diferentes compañías aéreas cada vez que llegaba un avión. En aquella época eran aviones de hélices todo estaba planificado, era fascinante ver lo que cada uno hacía.
Que mundo este el de la aviación, cuantas personas trabajan o dependen de él, y cuando uno indaga el porqué de estar en esta profesión todo el mundo te contesta, que no pueden vivir sin el olor a queroseno.
Ese día había sido complicado para todos, los que trabajamos en nuestra empresa. pues se había averiado el avión que efectuaba los vuelos entre las dos capitales provinciales, llevaba algunos minutos mirando con especial atención a nuestros (TMA) o mecánicos, que estaban en jaque desde altas horas de la madrugada, intentando reparar el avión, bajo esa fina lluvia y el frio que llega a calar hasta los huesos.
Recuerdo que hacía un par de horas les había llevado el café y veía como cogían la taza y se calentaban las manos con ella, con el fin de hacer que de alguna manera la sangre les volviera a circular por ellas o mitigar el frio.
Todavía recuerdo aquel viejo slogan que decía: «Solo el avión recibe más atención que Usted«.
Siempre he sentido una profunda admiración y respeto por esas personas que no tienen ningún protagonismo, nunca se les ve alrededor del avión, cuando los clientes suben a bordo.
En algunos aspectos de su profesión hay ciertos paralelismos con la profesión de médico. Ellos no curan, pero arreglan y solucionan las averías de los aviones y hacen posible que algo que no funciona y que debe transportar cientos de personas funcione. Uno se siente tranquilo sabiendo que están detrás del escenario.
Este es un País que suelo reconocer los méritos de las personas cuando ya no están con nosotros, pero debemos reconocer que el crecimiento en el transporte aéreo ha sido increíble, en estos últimos años y el nivel de nuestra aviación no tiene nada que envidiar técnicamente a ninguna de otro país europeo o americano.
El trabajo de un mecánico de aviación ha evolucionado en las últimas décadas, cada vez se trabaja menos en la intemperie y de forma manual, y hemos pasado a la sofisticación técnica, aunque todavía en alguna ocasión se ve uno obligado a trabajan como antaño. Con el desarrollo de los nuevos aviones hoy tienen un trabajo más unido a la informática que a la llave inglesa, aunque todavía se use.
Quisiera que estas líneas fueran para aquellos que vivieron una época distinta, dónde el nombre era más importante que el número de empleado, pero también para aquellos que ahora empiezan, entran en una profesión apasionante dónde con tesón y cariño a su trabajo harán posible que esas máquinas de hierro, lleguen al rincón más inhóspito de la tierra, haciendo posible con ello, que los pueblos estén cada día más unidos y sigan poniendo el corazón en su trabajo, porque como dijo Antoine de Saint Exupery » Solo se puede ver correctamente con el corazón, lo esencial permanece invisible para el ojo«.
Tomás Cano Pascual
Asesor de líneas aéreas
Delegado para Europa de Air Panama
Fundador de Air Europa