Este martes, 8 de diciembre, se cumplirán doce años de la puesta en marcha de EUNAVFOR ATALANTA, la operación de la Unión Europea —en el marco de la Política Común de Seguridad y Defensa—, cuyo principal cometido es la lucha contra la piratería y el robo a mano armada en la mar en el Cuerno de África, un área geográfica de alta relevancia estratégica para la paz, la seguridad y la economía internacional.
Pese a estar muy lejos de España y de Canarias, es una región tremendamente importante para nuestro país: sus aguas conectan Europa y Asia a través de una de las líneas de comunicación de mayor tráfico marítimo por las que transita un considerable número de buques mercantes, petroleros y gaseros.
La condición marítima de España hace que la seguridad en esas aguas del Índico sea una prioridad para nuestro país. Gran parte de los intercambios comerciales y energéticos se realizan por vía marítima, y el Cuerno de África tiene una destacada preponderancia. Además, las aguas del océano Índico son uno de los caladeros donde opera de forma permanente una flota de atuneros españoles.
Tanto en el Índico como en nuestro lado, el del Océano Atlántico, España tiene empresas pesqueras. En ambos casos su labor se ve apoyada y vigilada por embarcaciones de la Armada Española. Recientemente acogimos en Casa África un encuentro organizado por ANACEF, en el que participaron representantes de diversos países, varios de ellos de África del Oeste (Guinea Bissau, Mauritania, Gambia, Guinea Conakry, Marruecos, Cabo Verde), además de representantes de la Comisión Europea.
El objetivo de este encuentro era reflexionar sobre la gestión y la sostenibilidad de las pesquerías en África del Oeste, un tema que además ha sido objeto de cierta polémica recientemente al apuntarse la escasez de pesca en aguas africanas como uno de los motivos que han incrementado la emigración hacia Canarias desde esos países, de ciudadanos que vivían de la pesca y ahora emprenden el viaje hacia Europa al ver sus caladeros mermados y con ello sus posibilidades económicas.
Volviendo al Índico, España es el mayor contribuyente a Atalanta, y el único Estado miembro de la UE que ha mantenido buques militares —normalmente una Fragata— desplegados en la operación en todo momento. Además, en las conversaciones iniciales para aprobar y diseñar esta operación en Bruselas, España fue el gran promotor de su lanzamiento. La aportación de recursos de forma ininterrumpida desde enero de 2009 en la operación se ha venido materializando con el despliegue de dos buques en períodos inter-monzónicos y uno en los monzónicos a la fuerza naval conjunta.
Además, España contribuye con el destacamento Orión, con base en Yibuti, donde están desplegados 50 efectivos y un avión de patrulla marítima. Como señalaba en el Congreso de Diputados la ya difunta ex ministra de Defensa Carme Chacón, en enero de 2009, «es de vital importancia para la defensa de los intereses geoestratégicos y económicos de España (…) y va a servir para proporcionar seguridad a nuestros pesqueros«. En esa época yo era miembro de la Comisión de Defensa, y recuerdo perfectamente su comparecencia ante la comisión que presidía Cipriá Ciscar, y acompañada por el entonces Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, así como su intervención ante el pleno, que recibió el apoyo mayoritario de las Cortes Generales.
España ha asumido en nueve ocasiones el mando de la Fuerza Naval, liderado por un contralmirante español con su estado mayor embarcado. Actualmente se encuentra desplegada en la zona la fragata Santa María, al mando de un capitán de fragata, con una dotación de 210 personas. La fragata cuenta con un helicóptero SeaHawk, una aeronave tripulada de forma remota Scan Eagle, y un equipo operativo de seguridad embarcados. También se encuentra desplegado un avión de patrulla marítima Orión P-3M que opera desde Yibuti.
Recuerdo con mucho cariño un video que compartió la Naviera Fred.Olsen, cuando los tripulantes del nuevo buque trimarán Bajamar Express agradecían emocionados a la fragata española que les escoltase durante un día entero en su travesía por las aguas de Somalia, zona habitual de ataques piratas, cuando procedentes del astillero al que fueron a recoger la embarcación hacía su primer viaje hacia las Islas Canarias.
Han sido ya tres las ocasiones que en Casa África hemos recibido a los mandos de la fragata que regresaba de Somalia, con los que organizamos una Jornada explicativa de las labores que realizan.
Además, desde el 29 de marzo de 2019, España asumió el liderazgo de la misión (el Comandante Operacional es un general de división de Infantería de Marina español) y el Cuartel General Operacional de Atalanta, a consecuencia del Brexit, fue trasladado desde Northwood (Reino Unido) a la Base Naval de Rota. Reino Unido fue sede del Cuartel General de Atalanta desde el lanzamiento de la operación en 2009, y España —con un enorme esfuerzo humano, económico y logístico— presentó su candidatura para relevar a Reino Unido, recibiendo el apoyo unánime de toda la Unión Europea.
El mandato de la misión Atalanta contempla cuatro misiones diferentes, pero muy interrelacionadas entre sí: la protección de los buques de transporte de ayuda humanitaria del Programa Mundial de Alimentos y de la Misión de la Unión Africana en Somalia, así como del tráfico marítimo vulnerable; la disuasión, prevención y represión de los actos de piratería y robo armado en la mar; la monitorización de las actividades de pesca en la costa de Somalia; y el apoyo a otras misiones y organizaciones internacionales que trabajan para mejorar la seguridad marítima y la capacidad en la región.
El área de operaciones de Atalanta se extiende a lo largo de aguas que comprenden, además de una gran superficie del océano Índico -que cubre la costa somalí, las islas Seychelles, Mauricio y el archipiélago de las Comoras-, la parte sur del mar Rojo y el golfo de Adén. De hecho, es una lámina de agua gigantesca: unos 8,7 millones de kilómetros cuadrados (dieciséis veces la superficie de la península aproximadamente). Ese es precisamente uno de los grandes retos de la operación, habida cuenta del reducido número de unidades aeronavales que operan en la zona.
Sirva como curiosidad que el último incidente producido fue el anuncio en redes sociales de que un buque mercante había sido secuestrado por piratas este pasado mes de agosto. No era cierto, y tuvo que ser oficialmente desmentido. Gracias a la labor de la fragata Santa María y de un avión de patrulla marítima japonés, que fueron desplegados a las inmediaciones del buque mercante, fue posible verificar fehacientemente que el incidente se trataba de una avería técnica que afectaba a la maniobrabilidad del buque, y que por lo tanto no se trataba de un caso de piratería.
Más allá de este suceso puntual, el gran reto de fondo al que se enfrenta la operación Atalanta no se encuentra en la mar, sino en tierra. La inestabilidad geopolítica, la pobreza y la desigualdad social de los países ribereños son la principal causa de los actos delictivos en la mar. De esta forma, y si bien el número de incidentes ha descendido muy significativamente en los últimos años (en 2011 se registraron 736 secuestros y 32 buques retenidos por piratas), hasta que no se consiga erradicar la pobreza y la estabilidad en la región no se podrá garantizar la total seguridad en la mar. Por tanto, y como se subraya siempre en todos los niveles políticos, operativos y tácticos; la piratería –en gran medida, gracias a la operación Atalanta— está «contenida, pero no erradicada». Hasta que todo no esté solucionado en tierra, no habrá seguridad plena en la mar.
La Estrategia de Seguridad Nacional 2017 recoge la importancia de construir entornos estables con una aproximación integral y en el marco de la cooperación internacional en una región de tanta relevancia estratégica como es el Cuerno de África.
Me parece algo muy importante y significativo que España sea el único Estado miembro de la Unión Europea que ha estado y está en todas las misiones conjuntas desde 2003 (cuando se lanzó la primera misión de la UE en el exterior, la operación Concordia en Macedonia). Eso habla de nuestro compromiso con la Unión y de la clara apuesta de nuestro país por las estrategias de mantenimiento de la Paz.
De hecho, y desde hace años, España es el país con la mayor contribución a operaciones y misiones en el exterior. La aportación de España ha llegado a alcanzar el 27% del total de los efectivos militares de la UE en el exterior. En la actualidad, se mantiene por encima del 20%, es decir, que uno de cada cinco soldados o cuerpos de seguridad en operaciones conjuntas de la UE siempre es español.
Se habla siempre de lo que nos da Europa, de las ayudas y el esfuerzo que hace con nosotros, uno de los llamados países del Sur, pero creo fundamental poner en valor lo que nosotros estamos siendo capaces de aportar en este ámbito, y además hacerlo de forma constante.
José Segura Clavell
Director general de Casa África