Maduro puede sacar la lista de los políticos españoles untados por el chavismo. Pero es que también la puede sacar la CIA, o la Inteligencia de Bolivia, ahora en otras manos que no son las del generoso Evo. Todavía queda por averiguar qué coño vino a hacer Delcy la fea a Madrid. Cuando todo esto pase, Ábalos tendrá que dar explicaciones. El tibio PP sigue haciendo carambolas para que se olvide su vieja mamandurria, mientras hay quienes se están hinchando entre sus rivales. En los lugares más turbios, en los más oscuros, aparecen las figuras de Monedero y de Errejón, chavistas conversos, y la del Coletas, que entre ligue y ligue nos va a sorprender con algún estipendio; seguro. Ya los tuvo de Irán y de otros lugares. Al final, todo se sabe, se va sabiendo. Trump, en su delirio, prescinde de intercambiar información de seguridad con España, desde que al Coletas lo metieron en el CNI, que es como meter al zorro en el corral de las gallinas. Y Sánchez anda entretenido comprando con dinero público a los gorilas y a las gorilas de las televisiones, que no hacen sino elogiarlo. A este que no le vengan con propinas dinerarias; yo creo que le basta con la adulación, el Falcon y el chantaje constante que le hace el Coletas. Y con copiar a Kennedy, apropiándose de sus frases más emblemáticas. Lo bueno de este país, ya lo dijo Juan del Castillo, es que no hace falta tumba del soldado desconocido, porque nos conocemos todos. Cuando todo esto pase, que va a pasar, se empezará a saber que el choricismo no es patrimonio de la derecha, sino bacanal convulsa del comunismo. Quién sabe si de algunos socialistas también, no sería la primera vez –¿eh, familia Bono y los test chimbos? –. Lo que ocurre es que aquí no necesitamos a los cubanos para trincar, sino que trincan los autóctonos. Algunos –¿eh, marquesa de Galapagar? –van a pagar lo del coronavirus por la vía penal. Ya lo verán. Pero será cuando todo esto pase. Nadie se quedará sin castigo.