Canarias en general y en especial la población de Adeje en Tenerife, se encuentra sumida en un vertiginoso trauma después de confirmarse el hallazgo en el fondo marino del cuerpo sin vida de Olivia, una de las niñas secuestradas por su propio padre de las mismas faldas de su ex esposa y madre de las hermanas.
No se puede consentir que un padre se tome las atribuciones que por ley no le corresponden en aras de una venganza sin límites contra la que fuera su esposa y madre de sus dos hijas y que, como casi siempre, han tenido que pagar justos por pecadores. El amor por los tuyos consiste en algo bien distinto al destino involuntario sufrido por dos criaturas que aún no eran siquiera conscientes de la maldad a la que pueden llegar los adultos en defensa de un supuesto honor ya totalmente en desuso y del todo decadente como para presumir del alarde, víctima de su matrimonio, llevado a cabo con las menores sin ni siquiera llegar a poder imaginar la trágica muerte que les esperaba.
No cabe la menor duda de que el padre ha actuado con total premeditación al organizar de tal manera el secuestro y parricidio por el que todavía se le busca. Tampoco valdría el perdón para el que posiblemente se haya suicidado inmediatamente después de su escabroso doble asesinato.
El Atlántico que tanto aman los isleños no debería haber sido partícipe involuntario de tamaña barbaridad. Sabemos que ese mar bravío se ha cobrado vidas en otras ocasiones pero nunca por la misma razón y alevosía que, como en este caso, sólo se le atribuye a un padre despechado. El mar fue incapaz de devolverlas con vida como todo el mundo hubiera deseado, pero se ha sentido totalmente incapaz ante tan tremenda tragedia que nadie se hubiera imaginado.
Me sumo al dolor de la madre y familiares y guardo silencio por Olivia y Anna que, como casi todo el mundo, llevo en mi corazón como padre que también soy.
Zoilolobo@gmail.com
Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
