Una vez más, el verano está otra vez con nosotros y, como es una estación generalmente de vacaciones (en nuestro país), tanto para particulares como para las Administraciones públicas, lo que hace que se movilice mucha gente y que el sol (calor) sea uno de los protagonistas fundamentales.
No existe riesgo cero con nada y menos con el sol aunque es una fortuna tenerlo 360 días al año a disposición nuestra es una radiación ionizante acumulativa que puede producir patologías graves aunque mayoritariamente son beneficiosos sus efectos.
Una vez más hablamos de que el tiempo está cambiando, de que las estaciones ya no son las mismas clásicas, que el calentamiento global es una realidad (habrá que ver también el componente cíclico del tiempo), y desde el punto de vista sanitario, también es verdad que las patologías que se presentan no han cambiado mucho, a no ser la presencia de parásitos no presentes en nuestros entornos (enfermedad del Nilo). Pero lo que sí está claro que aumente de forma exponencial es lo que llamamos técnicamente golpe de calor.
Esta realidad sigue dando morbimortalidad y cada año más, siendo una patología totalmente previsible.
En términos estrictamente de salud (médicos), golpe de calor es una situación en que una persona está sometida a temperaturas muy altas de forma continuada, que hace que el sistema de termorregulación normal fracase, de tal forma que la temperatura sube de forma exagerada, generalmente por encima de los 40 grados.
Como consecuencia de lo anterior, se produce una alteración progresiva del funcionamiento de diferentes órganos, lo que puede provocar si no se pone remedio pronto y tratamiento adecuado, un fallo multiorgánico y la muerte. El tratamiento siempre es un medio hospitalario y se basa en instaurar de forma inmediata todas las medidas necesarias para disminuir la temperatura central del organismo, tratar la deshidratación y facilitar el soporte de las funciones vitales, lo que no siempre es fácil. La frecuencia de presentación del golpe de calor suele ocurrir en las primeras 48 horas de una ola de calor, por exposiciones de nuestro organismo de forma inadecuada a las mismas, antes de que el organismo sea capaz de iniciar el proceso de adaptación.
Como hemos dicho anteriormente, aparece generalmente con temperaturas ambientales superiores a cuarenta grados centígrados y una humedad ambiental superior al 60%.
Se puede presentar en dos formas distintas, la llamada forma activa, que predomina en jóvenes no aclimatados a temperaturas altas que realizan ejercicio intenso en días de mucho calor, y la forma pasiva que predomina en niños y ancianos, unos porque los mecanismos de regulación de la temperatura corporal están inmaduros y otros porque está alterado.
Los humanos somos mamíferos pensantes (no todos), que evolutivamente hemos desarrollado medidas homeotérmicas para mantener la temperatura estable, no más de 36,8 grados (sistema de control homeostasis). Cuando la temperatura corporal supera los 42 grados, se produce toxicidad directa de las células.
El golpe de calor suele iniciarse con un periodo de 24-48 horas de duración en que las náuseas, vómitos, sensación de debilidad, disminución el nivel de conciencia y la elevación de temperatura corporal (hipertermia), suele ser una constante. Después aparecerán diferentes manifestaciones que afectan a la frecuencia cardiaca elevada, hiperventilación, shock hipovolémico e insuficiencia renal.
Lo mejor para el golpe de calor es la prevención, evitando la exposición al sol, sobre todo en las horas centrales del día, aumentando la ingesta de agua y bebidas isotónicas, disminuir la duración del ejercicio y su intensidad. La utilización de aire acondicionado en las viviendas y lugares de trabajo así como utilizar ventiladores y realizar duchas de agua fría periódicas.
Para el tratamiento una vez establecido el golpe de calor, es imprescindible la intervención de la medicina para que avalúe la situación ya que el golpe de calor es un proceso grave que puede tener consecuencias mortales. La utilización de fármacos generalmente para bajar la temperatura corporal que se conocen con el nombre de antipiréticos son útiles en caso de fiebre de origen infeccioso pero nulos en el caso de golpe de calor. En general se recomiendan medidas físicas como colocar al paciente en un lugar fresco y sombreado, aligerarlo de ropa, humedecer la piel, aplicando compresas frías en el cuello, inglés y cabeza.
A veces (mayoritariamente), tratamiento hospitalario que precisa rehidratación mediante la aplicación de suero intravenoso frio y estabilización de niveles de electrolitos en sangre (sodio, potasio y cloro).
En definitiva, prevención, prevención y prevención y no dejar cabida a la pseudociencia y al doctor Google que generalmente no coincide con la realidad científica.
Aparte de los golpes de calor, existen otra serie de patologías producidas por el calor en general que pueden remedar el golpe de calor pero que no lo son y que se deben también al aumento de la temperatura como el agotamiento por calor, que comienza bruscamente con cansancio, debilidad y dolor de cabeza, diarreas y vértigo. El síncope por calor suele producirse en personas mayores con una perdida transitoria de consciencia tras permanecer en ambientes de temperatura elevada y los calambres por calor que son espasmos dolorosos de los músculos voluntarios que se producen después del ejercicio intenso en ambientes con temperatura elevada. En los tres casos son reversibles de forma sencilla.
Cada día se vuelve más importante la divulgación científica diaria como una necesidad objetiva del sistema. Por eso es importante, con vocabulario normal y entendible (no jerga técnica) contar las cosas que ocurren como es el golpe de calor. Es una realidad nosológica muy importante, por lo tanto no es un mito.
A por todas
Antonio Alarcó Hernández
Catedrático de Cirugía
Presidente de la Cátedra de Telemedicina, Robótica y Telecirugía de la ULL.
Doctor en Ciencia de la Información y Sociología.
Exsenador y Portavoz de Sanidad.
Primer Adjunto Diputación del Común.