Me resulta simpático el mensaje de los políticos extremistas, lo mismo da que sean morados o verdes el mensaje es el mismo, aunque con matices diferenciados…no vaya a ser que el electorado piense que son lo mismo.
La oposición al gobierno socialista (no hablo del partido popular, hablo de podemos) se ha empeñado en poner topes al precio de los alimentos de primera necesidad. Resulta que estos jóvenes y jóvenas nacidos ayer por la tarde creen haber descubierto que fue primero, si el huevo o la gallina.
El problema radica en la enorme incultura que arrastra toda esta gente alimentada con nuestros impuestos. No me refiero a una incultura carente de títulos en las paredes que seguro no son para cubrir agujeros y desconches; hablo de conocer lo que es la historia de su país: España.
Resulta que, prácticamente hasta el fallecimiento del dictador que rigió los destinos de nuestro país durante más de cuarenta años, había algo así como la Junta de Abastos que se encargaba de controlar los precios del azúcar, aceite, leche… y otros productos de primera necesidad. Todos los comercios tenían que llevar un control estricto del precio al que compraban y al que vendían; había unos inspectores muy amables que se preocupaban de dar el estacazo al que sacara la pata del banco. La calidad de estos productos de posguerra dejaba mucho que desear.
Ahora viene estos eurocomunistas de pacotilla, inspiradores de dictaduras sudamericanas a ponerse progres con el tema, los mismos que tienen un sueldo nada desdeñable. Que olviden coches oficiales, móviles de última generación, de escoltas y dejar de estar tocando las narices con sus propuestas totalitarias. Ahora, para rematar la faena se alían a las grandes superficies y multinacionales, los monstruos de antaño se convierten en sus aliados en detrimento de los pequeños comercios y mercados de abastos.
Los franchutes de Carrefour han sido los primeros en bailar al ritmo que le marca la vice gallega que se mete en todo y el señor del jamón y el paté. Esta multinacional ha lanzado su cesta anticrisis y que pretende que estos establecimientos se pongan morados. Sus productos, algo lógico son de su marca blanca: Aceite, vinagre, té de limón en botella, jugo, albóndigas, atún en aceite de girasol, café, caldo de pollo, copos de avena, champiñón en láminas, cereales azucarados, galletas, espirales de pasta, arvejas, millo dulce, mermelada, pan de molde y hamburguesa, pimiento de piquillo, sal fina, harina, compresas, gel, pasta de dientes, papel higiénico, lavavajillas, jabón de ropa y limpiacristales.
La cesta será anticrisis, pero creo que hace un flaco favor a la salud. ¿Qué dirá el ministro de consumo? ¿Dónde está la verdura? ¿Y la carne y el pescado? Ah, claro… están en la despensa de los pudientes. Cada pueblo tiene lo que vota, si usted voto bolivariano espere y verá, después no diga que los retornados y refugiados de Venezuela no lo dijeron.–Confucio.