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El lenguaje es una herramienta para manipular a las personas
La famosa novela 1984 de George Orwell ya advertía de la poderosa herramienta que era el lenguaje para manipular a la gente; palabras que se introducen con calzador para inculcar una manera de pensar, una ideología. También hay vocabulario dirigido para suprimir ciertos valores en la población. La nueva clase política está bastante instruida para esta manipulación del vocabulario.
En los últimos años los políticos que sufrimos en este país se han dedicado a poner de moda términos que buscan lo que ya he comentado, inculcarnos una ideología. El primero podría ser “fachosfera” y que utiliza la izquierda casposa para descalificar a todos los que no piensen como ellos, básicamente significa: O estás conmigo o eres facha.
Los catalanes delincuentes y muchos de ellos condenados pusieron de moda la palabra “lawfare” para desacreditar al Poder Judicial que los investigaba por su golpe de Estado. Ahora también hay políticos que no respetan la separación de poderes y los emplean para ubicarse en el terreno del victimismo más ramplón.
Cuando los nuevos progres no pueden clasificar un comportamiento de machismo porque sonaría exagerado, hablan de “micromachismos”. Por ejemplo, si un hombre deja pasar primero a una mujer, cederle el paso en la acera u otras acciones son clasificadas así, nos venden la idea que España es un país machista y que falta mucho por recorrer para la igualdad.
Resulta que cuando un medio de comunicación da una noticia que no convence al poder es denominado “pseudomedio”. La opinión crítica es descalificada sistemáticamente por los que ejercen el gobierno y aún van más allá pretendiendo controlar y censurar en el más puro estilo bolivariano todo lo que no se ajuste a su realidad. Dentro de estos medios de prensa también se podría ubicar a la “máquina del fango y lodo” ante todo aquello que incomode al gobierno.
Los que estudiamos EGB y Bachiller diferenciábamos entre los términos emigrante, la persona que parte al extranjero o a otra región para mejorar su forma de vida e inmigrante, el extranjero que viene a España. Ahora son “migrantes”, la denominación utilizada por las organizaciones de forma neutral para no diferenciar al país receptor ni al emisor.
La capacidad de adaptación de un ser vivo ante un hecho adverso se llama se denomina “resiliencia”, es otra de las palabras que se han puesto de moda dentro del ideario de los partidos para dar una imagen de superación y de renacimiento ante la adversidad, nada más alejado de la realidad.
“Empoderar” es una palabra que significa dar autoridad a alguien, las feministas españolas la utilizan como bandera para sus reivindicaciones de igualdad. Una palabra que está estrechamente relacionada con empoderar es “inclusivo” y en su versión más cutre es la de tratar de feminizar palabras que, aunque suenen a masculino no lo son, el ejemplo más sonado fue decir miembras.
“Paridad” no es nada más que igualdad, pero su aplicación real discrimina al hombre. La ley de Paridad aprobada en junio en el Congreso de los Diputados permite que el 100 % de los miembros de los Consejos de Administración y altos cargos de instituciones y grandes empresas sean mujeres. Sin embargo, los hombres no pueden superar el 60 %.
La “Sororidad” se refiere a la solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento. Esta palabra ha sido incluida hace sólo unos años en la RAE. Lo cierto es que los políticos con sus “hitos”, “nuevas masculinidades”, “hermanos y hermanas”, “descolonizaciones varias” y demás zarandajas lo que pretenden es usar el lenguaje como herramienta de manipulación. Todo aquel que no use su terminología corre el riesgo de que lo sitúen en la “fachosfera”, o así lo pienso yo. –Confucio.