¡Virgen de Candelaria, la más bonita la más morena,
La que tiende su manto desde la cumbre hasta la arena”
Todo ese manto, desde la cumbre hasta la arena, se ha visto destruido de manera irresponsable por algún o algunos desaprensivos peregrinos que al amparo de la noche se dieron cita para llevar a cabo semejante atrocidad después de un día de fiesta en honor, precisamente, a la Virgen, su venerada patrona, cuya aparición en una cueva de Candelaria a los pacíficos aborígenes de Tenerife han dado testimonio los más altos prelados de la Iglesia de entonces.
Mi espiritualidad no llega tan lejos. Ni siquiera alcanza a comprender una aparición en semejantes condiciones ambientales por parte de unos isleños que sobre sus espaldas, hasta hoy mismo, han cargado con la responsabilidad espiritual de perpetuar su devoción incondicional.
Sea como fuere ¿Cómo es posible que la virgen de Candelaria no haya intercedido al Sumo Hacedor para intentar frenar la virulencia de las llamas que han envuelto la cumbre de la cordillera en un pavoroso incendio de tales dimensiones y dejado sin hogar a un puñado de familias de la zona?
No cabe duda de que con el fin de conseguir siempre sus propósitos, la “Santa Madre Iglesia” se haya valido de innumerables subterfugios pseudo-religiosos para vendernos un paraíso por el que han venido pagando desde su nacimiento todos aquellos que han ido cayendo bajo el poderoso influjo del oropel que les ha venido concediendo la Fe católica.
De manera que deberíamos –y yo me incluyo- lamentarnos profundamente del despropósito de unos peregrinos incendiarios en mitad de la noche, -además de la mediocre infraestructura de conservación de la naturaleza-, que de la lejana esperanza de que la Virgen haya podido obrar el milagro de aparecerse en la cumbre para sofocar tan pavoroso incendio.
zoilolobo@gmail.com
Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes