sábado, marzo 16, 2024

Pablo Hasél

Cualquier excusa parece buena para justificar el terror que estos días, en muchas calles de nuestro país, se siembra por parte de quienes se hacen llamar, sospechosamente, antisistema. Su única razón de existir es atentar, precisamente, contra el sistema que los mantiene y los representa. Quebrantar una democracia construida a imagen y semejanza de nuestros propios criterios y convicciones y refrendada en las urnas cada cuatro años.

Bien es verdad que un elevado porcentaje de esta juventud está recibiendo no sólo el impacto que genera la pandemia en sí misma, sino, además, el que se desprende de la peor situación económica que vive nuestro país por el efecto de la presencia de la propia enfermedad. Parece lógico e incluso responsable que el grueso de jóvenes que sufren estas desgraciadas  consecuencias pueda ampararse en la libertad de expresión que tantas pruebas ha demostrado de su existencia, como para poder manifestarse con toda libertad en las calles de las distintas comunidades de nuestro territorio.

Insisto en la necesidad que esta juventud ha tenido y sigue teniendo para manifestarse, pero no con la vana excusa de protestar por el encarcelamiento de un rapero del tres al cuarto, al que lo único que le preocupa es la visibilidad que no ha podido tener todavía en la faceta en la que mejor se desenvuelve, pero con la que no alcanza el éxito que él pretende al no ser todavía consciente del todo de lo mucho que dejan que desear los argumentos de sus mediocres temas musicales. Los jóvenes de hoy tienen excusas mejores para ello: la precariedad laboral, los planes de estudios, el acceso a una vivienda digna al alcance de su economía, etc. Y todo ello a través de los cauces legales que exige nuestra Constitución.

De manera que entre los numerosos grupos de jóvenes que participan habitualmente en estas manifestaciones, existen también aquellos otros que necesitan alcanzar la gloria a cualquier precio, porque, seguramente, carecerán de un curriculum personal fiable que pueda conducirles a alcanzar siquiera un empleo estable aunque los hubiera. En tal sentido, las barricadas, son fáciles de llevar a cabo entre tanta confusión, el fuego que creen benefactor en cualquier manifestación enciende también sus pasiones y a falta de enemigo concreto en el abstracto sistema de nuestro modo de vida, bien están las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Pablo Hasél:

Si tienes la arrogancia de erigirte en adalid de una juventud que al parecer lucha por tú libertad de manera encarnizada en las calles, ten por lo menos la humildad de protegerlos como bien se merecen desde tus redes sociales, dentro de las que ya eres inversamente popular a tu codicia como artista y asume tu propia responsabilidad sin necesidad de que muchos la defiendan por ti.

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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