A los sicarios que hasta hace sólo unos días amenazaban de muerte a varios miembros del Gobierno, por lo que se ve, se les ha acabado la munición de combate y a juzgar por la última carta intimidatoria recibida por la ministra Reyes Maroto resulta más que probable que la supuesta batalla que los fanáticos mantienen con la izquierda de este país se prolongue a partir de ahora cuerpo a cuerpo, esgrimiendo armas blancas en lugar de armas de fuego aunque, según se ha podido saber hoy, se trata de la provocación de un enfermo mental con una esquizofrenia mucho menos acusada que la de los pistoleros de ocasiones anteriores.
Ésta última carta de amenaza, de haber sido de los mismos, podría revelar que los implicados estarían igual de dispuestos que lo estuvieron aquellos mamelucos que durante la invasión francesa dieron muerte a golpe de sable a tantos españoles que se resistían a la invasión.
En cuanto a la reciente intervención en directo de la señora Monasterio durante un encuentro político con otros destacados colegas antagónicos en un conocido programa de radio, no me pareció oportuno en aquel momento hacer una valoración juiciosa de su lujuriosa incontinencia verbal, sobre todo, al tratarse de una persona con tan escaso sentido del humor y sensibilidad que muy a las claras traiciona las referencias que uno tiene de ella por su ascendencia cubana y por cuya causa no tuve más remedio que recurrir a la música de aquel país caribeño para recordar el estribillo de una vieja conocida canción que retrata muy bien el carácter de ciertas mujeres como ella:
Eso no es una mujer
Eso es una tintorera
Tiene genio de pantera
Y arranques de Lucifer.
Menéame la cuna Ramón es el título de la mencionada canción y que al recordar su acertado estribillo no tuve más remedio que aceptar que mujeres de esa categoría, en realidad, existen muy pocas. De ahí que al haber encontrado una excepción en Cuba, el compositor se diera tanta prisa en revelar su existencia musicalizada como algo realmente extraordinario.
En cierto sentido, no sabría si quedarme con todo el ácido discurso que en su día vertiera contra la izquierda la marquesa de Casa Fuerte, Cayetana Álvarez de Toledo, o con este otro xenófobo y sumamente agresivo de una indiana de la categoría extremista de Rocío Monasterio. Entre una y otra, prefiero a ninguna. La primera por lo que ya todos sabemos de ella y la segunda por todo lo que de ella nos falta aún por saber.
zoilolobo@gmail.com
Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes