Siendo niño en La Cuesta, doña Julia “La Cubana” vivía soñando con el triunfo definitivo de la revolución que por entonces llevaba a cabo Fidel Castro en Cuba. Según ella, con el arrojo de un puñado de guerrilleros, atrás quedaría para siempre la dictadura de Fulgencio Batista, cuya política de falsa democracia en la isla le había obligado a abandonar Cuba en compañía de su marido gallego para establecerse hasta el día de su muerte en Tenerife.
De cuando en cuando, mamá Julia, madre por entonces de doce hijos, recibía con mucho regocijo algún ejemplar del diario Granma, órgano de propaganda del PCC, y se apresuraba a reunir en torno a ella a los adolescentes del callejón Piñeiro, que éramos algunos, para ponernos al corriente del progreso obtenido por el movimiento revolucionario en Cuba, alimentando así la dulce esperanza de poder llegar a obtener, por fin, lo que para su familia significaba la libertad.
Yo crecí envuelto con aquel recuerdo de mamá Julia por su Cuba natal, sabiendo de antemano que había sido una rica y próspera colonia española levantada con el sudor de los últimos esclavos en conseguir la abolición -otros muchos países la habían ya aceptado en sus respectivos territorios- para, posteriormente, convertirse en lugar de acogida de parte de la emigración canaria provocada por las exigencias de otro gran dictador en España: Francisco Franco.
De modo que el supuesto hundimiento del Maine llevado a cabo supuestamente por los españoles, no fue sino un ardid bien planeado por los americanos para colocar en el poder a Fulgencio Batista en lo que ellos denominaban por entonces el “patio” de Estados Unidos.
…”Y en eso llegó Fidel, llegó el comandante y mando parar” Y así hasta hoy. Hasta que el pueblo cubano no ha podido aguantar más y se ha echado a la calle con todas las consecuencias que exige una dictadura camuflada de socialismo que no ha logrado conseguir ni siquiera lo imprescindible para alcanzar el estado de bienestar que bien se merecen todos aquellos que en su día lucharon por su libertad.
Pero no todo acaba aquí. La comunidad internacional también ha fracasado estrepitosamente en su intento de tratar de desbloquear económicamente a Cuba de las temibles garras de Estados Unidos para lograr concederles la libertad que también se necesita para poder respirar. Y para eso están todavía los americanos; para conseguir asfixiarlos hasta que decidan entregar de nuevo el codiciado “patio”.
Mamá Julia murió en Tenerife sin ver cumplido del todo su sueño. D.E.P.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes