Que el rey emérito tenga precisamente ahora la intención de regularizar parte del compromiso que le corresponde con hacienda respecto al capítulo de la emisión de las ya conocidas tarjetas black con las que se beneficiaron algunos de sus familiares, prueba que ha cometido un delito flagrante por el que, incompresiblemente, ni siquiera se le había llamado a capítulo por parte de las autoridades correspondientes. Otra cosa bien distinta y por la que tampoco todavía no le ha denunciado formalmente hacienda es por la tenencia ilícita en el extranjero de distintas cuentas bancarias aún sin declarar al fisco. ¿Será porque por aquel entonces todavía presumía de inviolabilidad?
Reconociendo ante hacienda el mal menor que en comparación supone el manejo de las tarjetas black respecto de la fortuna que se le supone en el extranjero, el rey emérito, con esa única intención, espera asegurarse un feliz regreso a España por Navidad, pero su deseo de domiciliarse en la Zarzuela durante su estancia en el país parece no contar con la aprobación del Gobierno.
Toda esta ingeniería de tipo fiscal que en ocasiones suelen manejar sus asesores para desagraviar determinadas conductas financieras reales parece dar el buen resultado esperado. A pesar de que, por lo que entiendo, las mentadas tarjetas figuraban a nombre del rey emérito, no es menos cierto que el dinero procedía de una cuenta propiedad de un viejo amigo suyo mejicano, con lo que, al parecer, la importancia del delito quedaría minimizada por el aval que le concedía la firma del “inca”.
Sea como fuere, la lista de militares jubilados que descontentos con la deriva que, según ellos, toma este gobierno en materia de unidad nacional, continúa aumentando peligrosamente. Ya son unos setecientos según un entrevistado ayer en un programa de televisión; y puede seguir aumentando.
Al ser preguntado este veterano retirado sobre si creía en los principios de la democracia, no cejó ni un ápice en declarar que, efectivamente, creía a pies juntillas en la democracia franquista.
Y eso lo explica todo, independientemente de que el rey emérito no regularice su situación financiera con hacienda, de que el gobierno de la nación esté formado por comunistas, de que determinados partidos no debieran de existir o como decía aquel campesino franquista que tan bien conocí: “Es que con Franco hasta llovía”
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes