La tendencia general de nuestro tiempo actual es la superficialidad en la vida. Es triste que sea así, pero es la realidad. La sociedad de la diversión y el espectáculo en la que estamos instalados, queramos o no, pretende influir en los pensamientos de los ciudadanos para que sigan patrones de consumismo desaforado y materialismo desenfrenado. Si bien ante el pensamiento crítico y reflexivo el hedonismo insustancial no tiene nada que hacer. Nadie niega el valor del ocio y de la diversión, pero la cultura no debe ser menospreciada o infravalorada y es lo que está sucediendo sin ninguna duda, en algunos ambientes de nuestro país, de forma generalizada.
Parece que lo único importante es el dinero que se tiene, lo demás es como si no existiera. Es otra muestra de superficialidad que se observa continuamente en la realidad social española. El panorama es desolador, aunque el conocimiento, la cultura, la ciencia y el arte siguen siendo las columnas que sostienen muy firmemente la civilización actual.
En el ámbito de la educación, por ejemplo, se está asistiendo, con cierta perplejidad, a nuevos intentos de poner en primer plano las competencias en vez de los conocimientos. Nadie dice que las habilidades competenciales o destrezas cognitivas no sean necesarias, pero lo son basadas en el aprendizaje de conocimientos y en la profundidad mayor o menor de los mismos. La cultura del esfuerzo sostenido en el tiempo es una de las premisas indispensables en todo proceso de aprendizaje, si no es así, no se están haciendo bien las cosas. No se pueden regalar los aprobados ni los títulos. Es un hecho, señalado por los expertos y por los conocedores de los ambientes educativos de los últimos años, que los ritmos de aprendizaje son cada vez más lentos, por falta de estudio y motivación de una parte del alumnado. El nivel de conocimientos y habilidades cognoscitivas que deben tener los alumnos en cada curso es algo teórico que, en muchos casos, brilla por su ausencia y esto es una realidad demostrable y verificable. La tarea de los profesores especialmente en la Enseñanza Secundaria es admirable y prácticamente heroica, por la ya explicado.
En el campo de la Sanidad, la falta de medios humanos hace que la atención médica deje mucho que desear, si pensamos en las listas de espera existentes para muchas especialidades . Con esperas de bastantes meses o años. Es la masificación que produce daños, en algunos casos, irreparables. Es el triunfo de los problemas respecto a las necesidades asistenciales y las excusas sobran y son una expresión más del mundo superficial en el que vivimos.
La atención a la dependencia y a los mayores también es algo a mejorar notablemente, ya que tienen sus derechos como todo el mundo y se leen diariamente noticias estremecedoras sobre el abandono y desamparo, que sufren en su vida muchas personas dependientes o que están en la pobreza, sin que nadie se preocupe de ellas.
También retrasos de años en reconocer la dependencia de personas y darles la ayuda asistencial y económica que necesitan, algunas mueren antes de recibir la prestación o el apoyo al que tienen derecho, en tiempo y forma.
En el campo laboral la tasa de paro en España sigue siendo muy elevada. Y si se piensa en el desempleo juvenil las cifras son aterradoras. Se entiende perfectamente la falta de ilusión de la juventud, ante un porvenir que puede ser muy precario y difícil, por la falta de trabajo digno con unos ingresos adecuados. El Ingreso Mínimo Vital es la auténtica solución mientras mejoran las cosas. Lo indican diversos economistas de prestigio en nuestro país y en otros Estados del planeta. Pero no deben ser parches parciales e insuficientes, ya que debe darse a los cientos de miles o millones de personas, que realmente los necesiten en cada país, como es lógico. Si no se hace así, sirve de poco. Y el dinero se obtiene de los impuestos, así de claro y sencillo. Es un gasto social absolutamente necesario que beneficia a todos, si queremos un auténtico Estado de Bienestar. Esto incluye también la subida de las pensiones con el IPC real anual, para mantener el poder adquisitivo de las mismas.
Por otra parte, el mercado capitalista hace de las suyas y los alquileres suben en nuestro país, por la mucha demanda existente. El Gobierno debería poner un límite a los precios de los alquileres o subvencionarlos. En definitiva, tomar medidas de apoyo a la vivienda por motivos obvios, ya que es un bien de primera necesidad.
José M. López García
Doctor en Filosofía por la UNED
Licenciado en Ciencias de la Educación por la UNED