Realmente, este pensador consideró que el origen de la violencia está en el miedo. El temor a lo desconocido, azaroso y arbitrario forma parte de las preocupaciones humanas, desde los primeros tiempos de la vida de la especie humana. Es algo que no se puede obviar. Rechazar la violencia es una actitud coherente con la naturaleza racional de las personas que buscan el bienestar individual y social. El problema es que estamos rodeados de violencia en el ámbito de la sociedad, aunque no la percibamos directamente. Si pensamos en el mundo, en su totalidad, esto se convierte en más observable a través, por ejemplo, de los medios de comunicación de masas. Guerras y conflictos de todo tipo, por todos lados, y también delitos en cualquier parte del planeta. Es una constante a lo largo de la historia y sigue sucediendo.
Éric Weil nació en Alemania en el año 1904 y falleció en Francia en 1977. Tuvo que emigrar de su nación, por causa del nazismo en 1933 y vivió en Francia. Estudió medicina y filosofía en Hamburgo y Berlín. Redactó una tesis sobre el filósofo renacentista Pomponazzi, en 1928, dirigida por Cassirer que influyó en su pensamiento especialmente a través de un cierto kantismo ético. En Francia Weil entabló relación con intelectuales de la talla de Raymond Aron, Alexandre Koyré y Alexandre Kojéve, entre otros.
Su magisterio se notó, de forma brillante, si pensamos en que ayudó, de forma decisiva, a la renovación de la lectura crítica del pensamiento hegeliano en Francia. Enseñó en la Facultad de Letras de Lille de 1968 a 1974 y en la de Letras de Niza, ciudad en la que falleció en 1977.
Uno de sus libros más leídos y consultados es Hegel y el Estado del año 1950. En el mismo realiza una crítica a la tradicional crítica de la mayor parte de los intérpretes de la filosofía política hegeliana, de una forma muy precisa y detallada. Hegel no solo defiende al Estado prusiano, también insiste en el valor absoluto de la libertad, en cualquier régimen político liberal. El estatismo está apoyado en el fundamento de los principios de la libertad y de la racionalidad. Considerando también los defectos e imperfecciones de los Estados políticos existentes, en su tiempo y a lo largo de la historia. A diferencia del sistema político inglés, Hegel considera que la política de Prusia está definida y determinada en lo esencial por la libertad, la propiedad, el derecho y la justa administración de una manera claramente superior a lo que se realiza en Inglaterra, en el primer tercio del siglo XIX.
Como escribe Weil comentando la filosofía de Hegel: “El mundo moral existe, y aún con sentido más elevado que el mundo de la naturaleza o de la exterioridad”. Es evidente que en los tratados de Hegel se expresa que el Estado no es una obra de arte. No lo es, porque está sujeto a la contingencia, al azar y a la arbitrariedad y esto supone que el error y la mala dirección del gobierno en las políticas concretas es algo que sucede con mucha frecuencia en todos los Estados, es una realidad empírica innegable.
También es entendible que el mismo Hegel reconozca a los seres humanos el derecho a criticar e impugnar al Estado. Es un derecho ciudadano. Frente a una interpretación conservadora del pensamiento político de Hegel, también es preciso poner sobre la mesa que también sufrió los efectos de la censura prusiana en algunos de sus escritos políticos, a pesar de que era el filósofo oficial de Prusia.
En su libro Lógica de la filosofía Éric Weil escribe sobre la categoría de Dios, que es una de las dieciocho que define en su obra. En la Modernidad se puede afirmar que la libertad aparece en la realidad humana, a través del sentimiento. Dios para este filósofo es la expresión de la esencia y la existencia. Frente al sentimiento decaído frente a lo divino de la Antigüedad reivindica el sentimiento infinito del creador de todo. Puede comprenderse o interpretarse, como una fuerza divina que impulsa al ser humano a dar lo máximo en su finitud, pero con aspiraciones de eternidad desmentidas por la fugacidad de todo. En todo caso, a mi juicio, su filosofía expresa un ideal de lucha implacable e interminable por la libertad y la justicia, buscando siempre la humanización de la sociedad y de las vidas individuales puestas al servicio del florecimiento personal. Su oposición a cualquier forma de autoritarismo se refleja en sus obras. Fue además un gran erudito y esto se observa en la lectura de sus obras que son de un gran nivel filosófico.
José M. López García
Doctor en Filosofía por la UNED
Licenciado en Ciencias de la Educación por la UNED