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La determinación de Teodosio El Grande

Fue un emperador nacido en Hispania en el año 347 d. C.  y que falleció en el 395. En sus 48 años de vida realizó una tarea militar y política gigantesca y extraordinaria.  Reafirmó su fe cristiana y convocó un concilio de obispos en Constantinopla en el año 381. En este periodo de decadencia del imperio romano en la parte final de su vida, en septiembre del 394 se convirtió en el emperador único del Imperio, por unos meses hasta su muerte.

Fue un gran gobernante y un excelente administrador del territorio imperial. Además de ser sagaz era un auténtico creyente y destacó por su prudencia y por sus firmes decisiones, que manifiestan una determinación implacable en sus tareas políticas, buscando el bien de los ciudadanos. Se considera, que durante su etapa al frente del imperio romano, se desarrolló un renacimiento teodosiano en el ámbito artístico basado en el arte clásico. Logró contener a los godos durante su mandato y aseguró una paz, que no duró mucho. De hecho, después de su muerte,  la autonomía de los godos como pueblo dentro de los límites del propio imperio, fue la causa de nuevos conflictos y batallas en los siguientes decenios.

Teodosio destacó como mecenas ya que ordenó el envío en barco de un obelisco egipcio desde Alejandría hasta Constantinopla en el año 390. Lo que representó todo un desafío para la época. Teodosio se oponía al arrianismo y en el concilio de obispos celebrado en el año 381 se confirmó como parte de la doctrina ortodoxa la consubstancialidad o, lo que es lo mismo, la expresión o manifestación de una misma sustancia de los entes divinos de la Trinidad y como herejía la doctrina arriana, que afirmaba que Jesús de Nazaret no tenía condición divina.

Era un emperador tolerante con los cultos paganos, con una gran apertura mental. Nombraba para altos cargos a los más eficientes y preparados sin importarle, en absoluto, si eran paganos o cristianos. También tuvo errores en su gobierno ya que no paró ni castigó los daños en diversos templos helenísticos y en el Serapeum de Alejandría. Adoptó el cristianismo como religión oficial del imperio.

También mostró una actitud conciliadora, durante un cierto tiempo, con los paganos buscando la paz social ante todo. Lo que también era lo más indicado para mantener un equilibrio, en la administración del extenso imperio que gobernaba. Teodosio no admitió los intentos, por parte del clero cristiano de imponer su voluntad en las decisiones que se tomaban en distintos aspectos.

También cometió errores políticos y militares, como la cruel represión de una revuelta en Tesalónica, que se saldó con unos 7.000 muertos. A consecuencia de estos hechos fue excomulgado, por el arzobispo de Milán que era Ambrosio.

El mismo que convenció a Agustín de Hipona para que se convirtiera al cristianismo. El mismo Teodosio a pesar de su recio carácter cedió a las presiones eclesiásticas y en el año 391 prohibió los cultos paganos en Roma y en el siguiente año en todo el Imperio.

Es evidente que Teodosio se dio perfecta cuenta de que la parte occidental y la oriental del Imperio eran muy diferentes, desde una perspectiva económica, cultural y social y no podían fomar parte de una unidad política global como pretendía y también eran territorios demasiado grandes para permanecer unidos, por medio de las acciones militares de un solo emperador o gobernante y estaba en lo cierto, sin duda. Las invasiones de los pueblos bárbaros eran implacables e imparables hasta que incluso Alarico saqueó Roma en el año 410. Esto causó un gran impacto psicológico en los ciudadanos del Imperio y no era para menos. Agustín de Hipona escribió la Ciudad de Dios para poner de manifiesto que el cristianismo no era el responsable de la caída del imperio romano.

Indudablemente, Teodosio demostró en su reinado un coraje y una determinación inquebrantable, junto con una fina inteligencia que aplicó a la defensa militar ante los pueblos germanos y para mantenerse en el poder, a pesar de las divisiones internas y las luchas por el gobierno y las guerras civiles que tuvo que superar victorioso hasta su muerte. Logró con su entusiasmo y valentía superar todos los obstáculos y también salir triunfante. Es entendible que ya sus coetáneos le aplicaran el calificativo de grande.

Teodosio vivió en un periodo con una descomposición social, política y militar tremenda y supo hacerle frente, con toda su inteligencia y energía, sin doblegarse ante la fuerza de los pueblos germanos o bárbaros que amenazaban la integridad territorial del imperio. Evitó con sus sabias decisiones que acabara el imperio romano durante el tiempo de su vida.

José M. López García

Doctor en Filosofía por la UNED

Licenciado en Ciencias de la Educación por la UNED

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