Las compañías aéreas están pasando por unos momentos muy complicados tras la pandemia del coronavirus. Las imágenes de aeropuertos vacíos y de aviones estacionados nos sorprendió por lo inusual. Tras esta crisis internacional la vuelta a la normalidad es una utopía, cualquier repunte en el número de viajeros provoca el caos, incluso en aeropuertos de reconocido prestigio como el londinense de Gatwick. Se podría pensar que todo este lío está ocasionado por compañías de bajo coste, nada más lejos de la realidad puesto que hasta la prestigiosa British Airways ha llegado a cancelar hasta 124 vuelos de corto recorrido desde Heatrow en el primer día del mes de junio, coincidiendo con el Jubileo de la Reina.
Recientemente la también británica EasyJet informó de cancelaciones diarias de 24 vuelos al día desde el aeropuerto de Gatwick con la peregrina excusa de “son necesarias para proporcionar servicios confiables durante este periodo ajetreado”. Según se ha podido saber, la compañía de librea naranja suspendió 200 vuelos el 28 de mayo por problemas informáticos en varios destinos europeos. Las disculpas de la compañía no parecen ser suficientes “Nos disculpamos por el aviso tardío de algunas de esas cancelaciones y el inconveniente ocasionado a los clientes que han reservado esos vuelos”. Verse tirado en un aeropuerto no es plato de buen gusto. El consuelo ofrecido de tener la opción de volver a reservar, reembolso o compensación es comprar con dinero el tiempo de las personas, algo absolutamente inaceptable.
El caos aeronáutico es evidente, la empresa alemana Touristik Union International (TUI) también se ha visto obligada a cancelar docenas de vuelos achacando esta situación a “operativos y de la cadena de suministros”. Los alemanes ponen de excusa restricciones en el tráfico aéreo e incluso obras en algunas pistas de aterrizaje. En la nota de prensa remitida por el turoperador se dice “Los retrasos se han debido a una combinación de factores y estamos haciendo lo posible para mantener al día a los clientes. Proporcionaremos refrescos y, cuando sea apropiado, alojamiento en hotel”.
La poderosa industria aeronáutica norteamericana no se queda atrás. Las cancelaciones en el inicio del Memorial Day fueron notables. Como siempre, las compañías se agarran a las condiciones contractuales entre ellas las del “mal tiempo” a lo que debemos agregar la falta de personal. Durante el último fin de semana de mayo, coincidente con el Día de los Caídos, la web de seguimiento de vuelos FlihtAware ya hablaba de más de un millar de vuelos cancelados el viernes 29 y 300 vuelos cancelados el sábado 30. El principal motivo de este caos, según la FAA –Administración Federal de Aviación– era debida a la carencia de personal a la que se añadía los altos volúmenes de tráfico. Los gobiernos implicados en este enorme lío achacan a las compañías aéreas no haberse adaptado al regreso de los pasajeros tras la pandemia, olvidan los gobiernos que son empresas privadas que buscan rentabilidad como empresas privadas que son, no han tenido la suerte de Plusultra.
Las comunicaciones de los distintos organismos aeronáuticos hacen que una vez más el sector turístico se tambalee. A todo ello debemos añadir la tan cacareada “huella de carbono” que busca penalizar los desplazamientos aéreos con nuevos impuestos. Mi opinión personal es que en cierta manera se está buscando un “confinamiento” regional de la población. El sector turístico se verá seriamente dañado con tantos impuestos disfrazados de verde por el simple hecho de salir de tu cuidad.
Chief Executive Officer (Tourism Sector Company)