La presidenta de la comunidad de Madrid, señora Ayuso, ha creído conveniente crear en la capital de nuestro país una Oficina del Español para tratar de velar en todo momento por nuestra querida lengua; en particular por el castellano. Y para ponerlo al frente de ella se ha decidido por el fracasado actor Toni Cantó, -tránsfuga como todos sabemos-, como si no tuviéramos suficiente con la protección que de nuestro idioma hace ya la Real Academia de la Lengua o el prestigioso Instituto Cervantes.
Se me antoja que más que velar por la conservación del castellano, lo que la señora Ayuso ha pretendido realmente es velar por el futuro profesional del fracasado actor y político. El presupuesto destinado a esta particular labor social en favor de su militante, oscila en torno a los 75.000,00 euros, cantidad que se destina, casi íntegramente, al sueldo del guardián del español en Madrid.
Me gustaría saber si la señora Ayuso ha sido engañada de forma sibilina por un actor del que ni siquiera tenemos noticias que se haya dedicado durante su trayectoria teatral a representar, al menos, el repertorio clásico de los dramaturgos del Siglo de Oro Español; como por ejemplo: Lope de Vega, Calderón de la Barca y tantos otros. Ello le hubiera concedido cierto mérito en su nuevo cometido además de la otorgada carta de naturaleza en favor a la dedicación que se le ha encomendado en Madrid, pero ni por esas.
La señora Ayuso ha pretendido con esta decisión mal tomada contrarrestar el empuje de otras distintas comunidades en favor de sus lenguas respectivas, y lo ha decidido en plan chulesco, sin ningún rigor lingüístico y con la única intención de presumir frente a gallegos, vascos y catalanes, quienes, desde hace ya mucho tiempo, han venido preocupándose por la conservación de sus distintas lenguas vernáculas, tratando de protegerlas de influencias externas, incluso del propio castellano.
De lo que no estoy tan seguro es de si los madrileños conseguirán hablar mejor español a partir de ahora. En cualquier caso, espero que la Oficina del Español no persiga el tratar de evitar esa simpática “chulería” de la que siempre se ha presumido en la capital de España y que tanto le caracteriza como seña de identidad nacional.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
