El otro día estaba mirando las noticias de una conocida cadena de televisión en la que nos aleccionaban a seguir una dieta sana, concretamente la cacareada Dieta Mediterránea. Decían que reducía el riego de contagios por covid-19 en más de un 60%.
Nos indicaban en las noticias de mediodía, cuando estás sentado a la mesa intentando deglutir los pocos alimentos que puedes comprar con la exigua paga del SEPE (si es que ha podido cobrarla) o sacando cuentas para pagar el autónomo que: “Un patrón alimentario en su conjunto logra aminorar la vulnerabilidad frente al virus”
Acojonante. Sugiero a los cientos de miles de personas que están en las colas del hambre que “exijan” (exijan: ese verbo que los putos sindicalistas les gusta tanto usar) que en la bolsa de comida que buenamente les dan haya todo lo necesario para seguir un patrón mediterráneo de alimentación saludable.
Se olvidan muchos que hemos regresado a los tiempos donde para cenar se toma mucha agua hervida mojada con pan, para que empape y llene la barriga. ¿Se han dado cuenta alguno de ustedes el incremente de los precios en los alimentos? Seguro que sí.
Es cierto que comer sano es garantía de salud, para el que pueda permitírselo. Los productos frescos están a precios prohibitivos. La carne y el pescado mejor la dejamos para un homenaje una vez al mes. Hay demasiada gente a pan y agua. Lo peor es que encima somos tontos.
Si vamos al portal de trasparencia del gobierno podremos ver los menús espectaculares que los nuevos ricos que pisan las moquetas del congreso se endosan entre pecho y espalda. Sus vacaciones a costillas de todos y las prebendas que por ser quienes son se pueden permitir.
Mientras tanto el resto de pringados estamos hablando del prófugo catalán o de las elecciones en Madrid. ¿Le importará a alguno de ellos lo que está sufriendo el pueblo? Me temo que no.-Confucio.