Los Bomberos de Paris –merecen las mayúsculas– han rescatado de las llamas muchos tesoros patrimonio de la Humanidad. Tenemos que agradecerles su arrojo y desparpajo a la hora de meterse en el infierno que se convirtió Notre Dame.
La pregunta es: ¿Cómo es posible que cuando estamos llegando al primer cuarto del siglo veintiuno ocurra tremendo despropósito?
Empleando un dicho muy al uso: Los responsables “no tienen perdón de Dios”. Sólo en Tenerife hay algunos ejemplos de joyas arquitectónicas que han sucumbido pasto de las llamas. No se entiende que se ejecuten unas obras en un lugar como Notre Dame sin observar todas las posibilidades. No podemos olvidar que hablamos de una construcción de casi nueve siglos de historia.
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Ahora todo es consuelo, nos queda lo que ha quedado en pie y lo que han podido rescatar los Bomberos parisinos.
Notre Dame se ha convertido en Quasimodo por obra y gracia de la mano del hombre.
El emblema del catolicismo europeo resistió dos Guerras Mundiales, la Revolución Francesa y múltiples avatares que hemos podido estudiar en los libros de historia con la imagen majestuosa de Nuestra Señora de Paris.
Ya todo es historia. Una vez más ha tocado a nuestra generación digerir una tragedia.
Foto: Twitter y Facebook.
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