Puedo prometer y prometo fue una expresión retórica del primer presidente de la Democracia española, con ella pretendía dar el espaldarazo definitivo en las elecciones de 1977. Adolfo Suárez, tras seis veces reiterando esta anáfora en RTVE finalizo: “Puedo prometer y prometo que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos”. Un gran político y un estadista.
La nueva clase política nos deja a todos perplejos con sus discursos pre electorales e incluso ya dentro de la campaña. Resultan sorprendentes las promesas de túneles, carreteras, viviendas, transportes, trabajo, sanidad, subvenciones, ayudas y todo aquello que pueda ser susceptible de mostrarlos como los grandes “conseguidores” que resolverán todas nuestras cuitas.
Cabildos, ayuntamientos y el propio gobierno autónomo han estado cuatro años mirando para otro lado. En Tenerife, sin ir más lejos, tenemos unas carreteras de pena que ahora están intentando reparar a toda prisa antes que les caiga la urna encima. En muchos municipios vemos que hay calles que se asfaltan sobre la marcha a todos los ediles les ha entrado la prisa de ofrecer regalos envenenados. A eso añadimos los nuevos proyectos que no son más que promesas o brindis al sol, que dependen del gobierno autónomo o central y son utópicos.
La pregunta que se hace cualquier súbdito, por muy ignoto que sea es: ¿Qué han estado haciendo cuatro años? ¿De verdad piensan que somos idiotas? ¿Pero qué coño estás haciendo? ¿Para eso ha servido el dinerito contante y sonante que has cobrado en sueldos y todas esas reuniones por las que cobras?
Todos tienen una solución mágica para la TF5, la TF1, la TF13… ¡Coño! Las colas y el mal estado de las vías no es de hace dos meses… lleva años así. ¿Ahora viene usted con promesas? Escuchando las múltiples tomaduras de pelo lo único que deseo es que el votante exija un buen bocadillo de jamón de jabugo y que el “pan y la mortadela” lo dejen para peperos, sociatas, podemitas y coalicioneros…. Y draguistas, no creas que el “rastas” se va a ir en seco.–Confucio.