Murió de repente

En los últimos dos años, los posteriores a la pandemia del puto virus que nos ha asolado, cada vez con más frecuencia se escucha la expresión “se murió de repente”. Todos, sin excepción hemos visto como familiares, amigos, vecinos, conocidos o desconocidos de nuestro entorno más próximo van cayendo como moscas y la respuesta siempre es la misma: murió de repente.

Es de suponer que las ciencias médicas han adelantado que es una barbaridad y tienen explicaciones técnicas para todos estos óbitos repentinos en personas que en su puta vida han tenido un achaque o sus visitas a los médicos se circunscribían a las rutinarias de cabecera, odontólogo y oculista. En las últimas fechas se ha puesto de moda el concepto “patologías previas”.

Según el Instituto Nacional de Estadística hasta el pasado 25 de julio ha habido un incremento de un 13,64% en los fallecidos en Canarias con respecto a todo el año 2021; las cifras varían sustancialmente en la comparativa por islas. Como ya viene siendo habitual, la noticia pasa sin pena ni gloria salvo por los medios que se si se han hecho eco de este particular.

Las frías cifras con las que la administración zanja estos datos contrasta con la realidad que golpea a las familias que han despedido a sus familiares con la simple explicación del médico sobre las causas del fallecimiento. Como es lógico y habitual en este país las conjeturas se disparan en función si eres negacionista de las vacunas o no, si la tierra es plana o que es un plan siniestro de los marcianos para que no lleguemos al planeta rojo. Siempre falla lo fundamental: Una explicación lógica de las autoridades.

Cuando alguien se muere de repente para la familia no es consuelo que le digan si fue un infarto o un fallo generalizado pero, las personas que estamos alrededor hace tiempo que nos preguntamos qué está pasando… ¿Tan malo es lo que comemos o pensamos? –Confucio.