A lo largo de mi vida y basado en mi propia experiencia como individuo, me ha parecido advertir en el comportamiento que he ido observando paulatinamente entre la población española, sobre todo, a partir del año 1978, lo que yo he dado en llamar Síndrome de la Tutela.
Al parecer y sobre todo desde el punto de vista político, muchos españoles, a lo largo de la historia, han deseado siempre sentirse tutelados por un ente superior que les garantice, cuando menos, una existencia sin sobresaltos que les permitiera aspirar a lo que hoy entendemos por felicidad y bienestar. Esa figura protectora ha estado siempre representada, en la mayoría de los casos y a lo largo de los siglos en España, o bien por una entidad monárquica, o bien religiosa. Este amparo, en el caso de los españoles, se encuentra perfectamente asumido por una derecha que continúa comulgando con unos preceptos que, por el momento, consideran irrevocables. Es por eso que, en mi modesta opinión, uno de los principales motivos por los que la instauración de una hipotética nueva república en España, consiste en creernos del todo desamparados y a nuestro propio libre albedrío, a merced de un enemigo invisible que no es otro que la violencia que generaríamos nosotros mismos.
Buen ejemplo de ello ha sido el profundo agradecimiento que la mayoría de la población española le rindiera al entonces monarca español, Juan Carlos I, por su casi inmediata intervención en tratar de sofocar el fracasado golpe de estado que intentó llevar cabo el teniente general Tejero.
Mucho más profunda que la tutela del propio estado, parece desempeñar la intermediación de la Iglesia Católica, entidad qué desde siempre, se ha venido preocupando de vendernos a muy buen precio un lugar sagrado en el paraíso, con todo lo que ello significa de rechazo a regímenes de carácter, sobre todo, socialistas y/o comunistas. Sin embargo, este arraigo religioso, no solamente por lo que concierne a la derecha española, también continúa presente entre muchísimos antimonárquicos, lo que viene a demostrar que la fe religiosa no sólo es patrimonio de la monarquía y derecha española, sino que va mucho más allá de una ideología política determinada, lo que hace bastante más incompatible la aspiración a una República como pudiera ser la francesa o italiana donde, a pesar de todo, la religión en general cuenta todavía con una gran preponderancia, a espaldas de la tutela que pueda significar una monarquía ya repudiada en ambos países por una mayoría republicana que en su día, sin perder del todo la fe, dio al traste con sus ancianos regímenes.
De todo ello se desprende que, desgraciadamente, no sabemos depender de nosotros mismos. No nos creemos capaces de instaurar una república que nos permita descartar para siempre ese hondo recelo a la falta de una tutela monárquica o religiosa que tanto arraigo parece seguir teniendo aún en nuestros días y que comporta un síndrome al que yo mismo me he permitido la libertad de designar con el nombre de Síndrome de la Tutela.
zoilolobo@gmail.com