El concepto de patria me parece una entelequia de la que se han aprovechado algunos para que muchos otros defendiéramos gratuitamente sus propios intereses económicos, territoriales, patrimoniales, etc., etc.
Mi patrimonio territorial se limita si acaso a los pocos metros cúbicos que me garantiza mi fosa mortuoria. De manera que, particularmente, ésta exigua demarcación sería la cantidad mínima de patria que estaría dispuesto a defender en caso necesario porque, tal y como están las cosas hoy, puedes incluso renunciar a ese trozo de propiedad en favor de ser incinerado y tus cenizas guardadas o esparcidas luego en un territorio que jamás fue tuyo y por el que se te exigía dar la vida si fuera preciso.
Recuerdo perfectamente aquel Todo por la Patria. De pequeño y frente al cuartel de la Guardia Civil en La Cuesta, me preguntaba yo entonces qué cantidad de patria me correspondería a mí particularmente y por la que tuviera la voluntad de luchar para defenderla. Más tarde me daría cuenta de que la patria se encontraba en manos ajenas a las mías y a cargo de grandes y numerosos latifundistas que se la repartían a expensas de sus títulos nobiliarios concedidos por aquellos que sí podían jactarse de su reino y que no eran otros que los miembros de la nobleza, representada por las dinastías de Austrias y Borbones y que se beneficiaban del preciado botín que el resto estábamos obligados a defender so pena de ser considerados desertores y por ello artífices de ser condenados también a muerte.
A pesar de la dictadura que hubimos de padecer y carecer ya de Rey por orden dictatorial, los nobles continuarían beneficiándose de sus títulos de propiedad territorial y aumentado en mayor proporción si cabe sus ya de por sí copiosas fortunas. Mientras tanto, aquellos que a la sazón sólo contaban en soñar con un trozo de tierra donde caerse muertos, eran obligados a prestar el Servicio Militar Obligatorio por si fuera preciso defender a la madre Patria (con mayúsculas) de amenazas exteriores o de contubernios judeo-masónicos y comunistas que tanto preocupaban al genocida general Franco.
Si entre todos los españoles me hubieran concedido la parte proporcional de tierra que me hubiera correspondido del territorio nacional, yo no hubiera dudado ni un minuto en admitir aquello de Todo por la Patria, pero defender esa quimera cuando sabíamos que la mal llamada patria correspondía en exclusiva a sólo unos pocos, no me pareció nunca lo lógico ni pertinente.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
