Cualquier noticia, por intrascendente que parezca hoy, cobra una vital importancia si lo que buscamos estos días son excusas válidas que sirvan para procurarnos olvidar la profunda obsesión que produce un confinamiento tan largo como el que llevamos padeciendo desde hace un par de meses. Y esa precisa noticia es la que se ha producido últimamente y en la que se ha encontrado inmerso, el azote de la izquierda política española, el codiciado varón de 41 años, Alfonso Merlos, mientras trabajaba desde su casa mediante una conexión para el programa de YouTube, Estado de Alarma.
Mientras Alfonso Merlos, de forma telemática, trabajaba confiado y absorto ante la pantalla, ignora o no se da cuenta de que una joven gacela semidesnuda, en un recorrido de ida y vuelta, atraviesa el fondo del plano que recoge la cámara de su ordenador y llega con toda nitidez a los todos los receptores del programa para el que trabaja.
La prensa del corazón se haría eco inmediatamente de la noticia al tener conocimiento de que, precisamente, la frágil gacela que cruza la pantalla, no es otra que la guapísima joven Alexia Arribas, una asidua colaboradora del programa Socialité que dirige la popular María Patiño y desde donde la noticia salta de manera casi instantánea como escandalosa para deleite no sólo de todos sus simpatizantes sino, además, para otros muchos para quienes el lento y perezoso confinamiento ya comenzaba a pesar tanto como una losa que el destino hubiera colocado sobre sus hombros.
Esta noticia, por lo que se ve, ha caído como un rayo que no sólo ha roto esa pesada losa para los confinados interesados de novedades, sino también para hacer añicos el sólido amor propio del que, hasta ahora, había hecho gala, Marta López, novia oficial del periodista implicado y a quién, incluso, Alfonso Merlos, había llegado a proponer en matrimonio en cuanto se produjera el feliz desenlace de internamiento que, unos y otros, esperamos lo antes posible.
Pero, para colmo, ahí no acaba todo porque durante una despedida de cena en un conocido restaurante de Madrid, antes del definitivo internamiento obligado por las circunstancias, el prolífico periodista resultaría atrapado de manera inverosímil, en un rincón de la recepción del local, por una pantera nocturna urbana de cuyas garras pudo desprenderse a tiempo antes de ser devorado por una boca ávida de otros menesteres que el de la caza furtiva en la noche madrileña. Esta otra filmación llevada a cabo, al parecer, por un colega suyo presa de los celos, haría también su aparición en los medios de forma paralela a la que ya había enfrentado a Alfonso Merlos y su futura esposa, Marta López, por infidelidad manifiesta.
Creo que en una situación como la que ahora atravesamos, habríamos de tener una cierta tolerancia con noticias de estas especiales características, sobre todo para aquellos que no están muy acostumbrados a consumir la llamada prensa del corazón que tanto detestamos pero, como casi siempre ocurre: no hay mal que por bien no venga.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes