En ocasiones recuerdo frases hechas de la época de mi infancia y que dicen mucho sobre las condiciones de vida de entonces porque, de alguna manera, estaban estrechamente vinculadas a situaciones concretas en las que el destino había puesto las vidas de los lugareños. Pero no sólo eso, sino que las frases hechas a las que me refiero determinaban su uso en lugares concretos de las islas, precisamente por sus peculiares formas de enfrentarse también contra esa misma suerte que te había deparado el imprevisto mismo destino.
Una de aquellas frases o más bien respuesta era aquella a la que obedecía la pregunta sobre el paradero de un familiar, un amigo, un conocido, etc.
-Está embarcado, respondía el aludido. Por embarcado podía entenderse que el sujeto de la pregunta se había enrolado en la tripulación de un buque, ya fuera éste mercante, pesquero, militar, etc., en el que estuviera navegando por los siete mares o por cualquier océano del mundo conocido.
Una cosa era la respuesta de estar embarcado y otra distinta era la de se embarcó. La distinta conjugación del verbo implica dos fenómenos distintos. La primera, como ya hemos visto antes tiene su interpretación concreta. La segunda, sin embargo, indica que el sujeto se embarcó con un destino determinado: Venezuela, Cuba, Méjico, etc. Es decir: fulanito se embarcó pa Venezuela, por ejemplo.
En Canarias o por lo menos en Tenerife había mucha gente embarcada, casi todos varones en calidad de marineros, pero otra mucha gente se embarcó generalmente rumbo a Cuba o Venezuela en concreto.
Otra de aquellas respuestas respondía a la pregunta de la suerte corrida por algún conocido, amigo o familiar.
–Está fabricando, -respondía el aludido. Por estar fabricando se entendía que el sujeto de la pregunta se estaba construyendo su propia vivienda a pulso, lo que constituía por entonces un signo de prosperidad que despertaba ciertas expectativas de poder salir adelante poco a poco. Por lo general, el hombre era ayudado por amigos y familiares los fines de semana. Después de haber cavado a pico y pala las zanjas indispensables para los cimientos, estas se rellenaban a base de carretillas de hormigón preparado in situ. Más tarde se iban colocando aquellos cantos blancos comprados ya hechos a base de zahorra para, con el tiempo, terminar techando la vivienda y colocando en el tejado una banderita española provisional con la que se anunciaba el final de la obra. Una de las características más significativas de este tipo de viviendas consistía en no revestir las fachadas por el costo adicional que ello suponía.
Poco a poco, en los terrenos baldíos de Los Campitos, por ejemplo, o los próximos a lo que hoy en día es la autopista del Norte y a la altura aproximada de Taco (Tenerife), mucha gente empezó por su cuenta a fabricarse su propia y honrosa vivienda coincidiendo con los 25 Años de Paz de los que tan orgulloso se sentía el Caudillo.
Y de tal forma llegó el momento en que la gente dejó de embarcarse tanto para empezar a fabricar mucho.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes