La cochambre política se arraiga de muy mala manera en las superficies aterciopeladas de los escaños de sus señorías sin ninguna medida de higiene tomada que consiga erradicarla, al menos por una temporada (llámese legislatura), de un hemiciclo de carácter rupestre que aún conserva en su bóveda los orificios de los proyectiles disparados por los salvapatrias del siniestro tricornio acharolado en homenaje a un Todo por la Patria que aún sigue figurando escrito en las paredes mohosas de muchos barracones del ejército de tierra, mar y aire.
Cara al sol y con la camisa nueva ya se frotan las manos las huestes de Vox frente a la hospitalidad interesada que le brinda el Partido Popular en su encarnizada lucha por alcanzar el poder a cualquier precio y que no es otro que el compromiso casposo de un pacto rancio que al igual que la mugre extendida por el hemiciclo, corroe los frágiles cimientos de una democracia cuya constitución aún conserva en sus páginas esa desdichada letra menuda que sólo los jueces, llamados los elegidos, son capaces de interpretar en favor de unos intereses fácticos que ponen en entredicho la supuesta rigurosidad de un estado de derecho, pisoteado a diario por muchos medios de comunicación exclusivamente al servicio de una oligarquía anclada en un pasado que siempre les fue mejor y que aún ansían recuperar cuanto antes y con el menor coste posible.
La cultura política de un numeroso número de ciudadanos de este país sólo se entiende a partir de conjeturas como las de que con Franco se vivía mejor y sin prestar mayor atención a las carencias a las que condujo la sangrienta guerra civil española llevada a cabo por un Alzamiento Nacional a cargo de una africanista de infausto recuerdo para ese otro elevado número de españoles republicanos anti-fascistas que aún no pierden la esperanza de un futuro mejor y menos cochambroso que el que estamos viviendo, de disimulada represión política que se ceba, sobre todo, con los partidos más débiles y con menos recursos, pero que, sin embargo, han alcanzado una madurez que ya quisiera para sí la vieja guardia salida de los compromisos alcanzados en el 78, a la muerte del dictador.
De manera que, si como muchos auguran, la mugre política comienza a desbordarse del hemiciclo del Congreso hacia el exterior, llevándose incluso por delante a los pacíficos leones que guardan la entrada del hemiciclo, ya podremos darnos por perseguidos, por no decir por muertos, porque esa lenta corriente pero caliente y viscosa se irá extendiendo como la lava por doquier, con todo lo que ello significa para la salud política de muchos de nosotros y sobre cuya superficie nos será completamente imposible nadar en la abundancia mientras la coalición previamente anunciada del Partido Popular y Vox se lleve a cabo de manera irremediable y con el sentimiento de culpa que terminará embargando a toda la izquierda joven de este país y que por un exceso de escrúpulos no habrán podido alcanzar los falsos objetivos fijados de antemano.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
