Todos aquellos que como yo hicimos el servicio militar obligatorio sabemos muy bien de la eficacia del llamado fusil de asalto *CETME. Su munición del calibre de 7,62 x 51 mm resulta sumamente mortal en cualquier situación, incluso en tiempos de paz como afortunadamente vivimos en España en los últimos tiempos.
Ya de por sí, sólo la mera presencia de sus cartuchos da miedo porque muchos de nosotros sabemos de su capacidad de destrucción y muerte cuando es disparada en cualquier caso; sea de guerra o de paz, pero da la casualidad de que no estamos en guerra y eso es precisamente lo que más duele cuando se recibe una carta con cuatro cartuchos en su interior que terminan por sembrar el pánico inmediato entre sus destinatarios, habida cuenta de la peligrosidad que implica una amenaza como la recibida por Pablo Iglesias, Fernando Grande Marlaska y la directora de la Guardia Civil, María Gámez.
No todo el mundo tiene la capacidad de contar con este tipo de munición como para enviarla por correo en un sobre cerrado, amenazando de muerte a sus destinatarios, por lo que no me parece sumamente difícil dar con los culpables si el cerco puede estrecharse entre aquellos que las pueden utilizar para su trabajo profesional. Y en ellos o en su entorno más próximo deberían centrarse los investigadores.
De manera que desatar una guerra en un estado de derecho por una cuestión de simple carácter político, al borde de unas elecciones como las del próximo cuatro de Mayo en Madrid, sólo puede venir, -dadas las características de los destinatarios-, desde un extremo del espectro de simpatizantes que abarca el arco parlamentario español y cuyos nombres me reservo con la esperanza de que puedan ser descubiertos y llevados ante los jueces por apología de terrorismo.
El carácter mafioso de la intimidación anónima pone de manifiesto la peligrosidad con la que es amenazada la tan sufrida democracia en nuestro país que ya en su día pagaran con su vida los abogados laboralistas de Atocha, más presentes hoy que nunca en nuestra memoria dadas las circunstancias. Ellos no tuvieron ninguna oportunidad de defenderse, pero tanto Iglesias, como Marlaska y María Gámez ya han sido advertidos de lo que les puede llegar a ocurrir si no se toman medidas drásticas en tratar de descubrir quienes son los asesinos encubiertos que pretenden cerrar las bocas de aquellos que piensan de distinta manera y se atreven a expresar sus convicciones siguiendo las reglas que establece la Constitución española dentro de nuestra todavía remendada democracia parlamentaria.
Los golpes de estado comienzan por similares características. Una marea clandestina se mueve sigilosamente en la sombra, sembrando un terror anónimo entre la población, para luego saltar sobre su presa Cetmes en manos y asestar el golpe definitivo que ninguno espera que se produzca, hasta que ya lo tenemos encima con todas las consecuencias que algunos, por desgracia, ya conocemos.
Sólo espero que descubran y detengan cuanto antes y por el bien de nuestra democracia a los culpables de este truculento y lamentable episodio.
zoilolobo@gmail.com
Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes
* CETME: Arma desarrollada por el Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales