sábado, diciembre 14, 2024
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¿Cómo te llamas, bonita?

Ella nació primero. Una cara bonita con dos inmensos ojos verdes y una boca preciosa. A los dos años nació su hermano Carlos y tres años después nació Marcos.

Para su padre era la niña de sus ojos, pero no renunció a educarla con rigor y esmero. Disfrutando de una buena posición económica educaron a sus tres hijos dentro de la sobriedad y mesura deseada.

Con dieciséis años y en medio de su particular revolución hormonal, Nuria empezó a seguir a la influencer de moda entre las adolescentes. La súper famosa influyente lucía día tras día, trajes, zapatos y pantalones de grandes firmas; se adornaba con cinturones y bolsos, inaccesibles para la mayoría de la población; y, por fin, exhibía joyas, reservadas solo para los muy privilegiados.

Nuria, subyugada por la influencer añadió a su seguimiento idolatrado, la experiencia amarga y atormentada de la frustración por no poder ser igual.

Su madre le acompañaba a comprar ropa, siempre a su gusto, pero enseñándole a valorar el dinero. No podía adquirir objetos de tan desmesurado precio. —Debes aprender el valor de las cosas, se empeñaba. Emperrada en seguir los pasos marcados por su diosa particular se cerró en banda, y le espetó tras un tira y afloja: —No quiero cosas baratas y malas. Para eso, prefiero que no me compres nada. No vuelvo a salir de compras contigo. Se despidieron, y Nuria se fue con sus amigas.

Sus amigas la esperaban porque le reservaban una sorpresa. Habían localizado la solución a sus problemas.

El anuncio buscaba niñas educadas, monas y discretas. Un papel prudente de acompañante a comidas, cenas y eventos sociales de importancia, que excluía las relaciones sexuales con los acompañantes. Y, ¿qué recibían a cambio? La mejor ropa de firma, zapatos y complementos de su elección. Y en el caso de asistencia a fiestas, además, las joyas que demandase el acto festivo.

—No hay trampa, decía una. —Todo es perfecto, añadía la otra. —Parece que han leído nuestros pensamientos, insistía. Y así fue cómo Nuria y sus dos amigas se apuntaron en la agencia Sugar Event.

El primer día a Nuria le asignaron un hombre joven. Tenía 37 años. Era guapo y bien parecido. Nuria había dicho que iría a dormir a casa de su amiga Sara.

Terminada la cena hubo un baile en el que hubo algo más que una mera compañía profesional. La noche terminó en la suite de un lujoso hotel en el que era cliente vip.

Una semana después volvió a ser requerida. A Nuria le gustó. Era educado, joven y tenía muchísimo dinero. Aprovecharía para comprar algo especial. El armario de su amiga serviría para depositar sus secretos. Vivía sola con su padre que no entraba en su habitación, y mucho menos abría sus armarios. ¡Era perfecto! No podría encontrar una cámara tan secreta. A su casa no podía llevar las cosas, pues no podría explicar su procedencia y podía ser descubierta.

En la cuarta semana y gracias a su esmerada educación fue seleccionada para una importante recepción. Hasta el último momento no fue informada de que su compañía era un hombre de 67 años. —Es mayor, protestó disgustada. —Es tu compromiso, le contestaron reprendiéndola. —Si quieres vete, pero devolverás lo recibido. No volverás a encontrar un trabajo parecido. —Estoy atrapada, pensó. —Tengo que asumir mi responsabilidad.

En efecto, tal y como había imaginado, era un viejo. El final de la velada se repitió. Intentó evitarlo, pero aquel hombre dio por incluidos sus servicios sexuales. A pesar de los costosos regalos, lloró. Después comentó con sus amigas: —Parece que me vendo por dinero. —De eso nada. No es lo mismo, repusieron al unísono. —Pues, yo lo pienso así. A los diez días volvió a recibir otra llamada. Tendría que volver a mentir: —Un examen que había que preparar en casa de su amiga.

Y tanto esfuerzo y mentiras para conocer a un tipo más viejo todavía. También, más rico. El regalo fue mejor, pero las exigencias en la cama también.

Las salidas durante la semana se complicaban. Sus padres exigían más explicaciones al hilo del descenso de notas, mostrándose cada vez más preocupados. —Ofreceré mis servicios desde el viernes. Y así, los hombres mayores se sucedieron un todo incluido.

Un día olvidó quitarse unos anillos conocidos de una famosa joyería. En cuanto su madre le dio los buenos días, le preguntó: —¿De dónde has sacado esos anillos? —Son de Sara, respondió de inmediato. Olvidé devolvérselos. —¿Y de dónde los ha sacado Sara?, preguntó. —Mamá, yo qué sé. Es asunto suyo. Y se marchó a su cuarto. —Solo me faltaba que se mosqueara. ¡Qué ganas tengo de irme de casa!, pensó.

Los meses pasaban entre las explicaciones a sus padres, los resultados del colegio y las salidas y regalos. Lo único malo es que siempre le caían los viejos asquerosos. Pensó en que tendría que exigirles mejores obsequios para compensar. En la empresa siempre le decían: —Eres muy ambiciosa. Confórmate con lo mucho que te dan.

Acabó el curso y empezó el siguiente. Prácticamente todos los hombres con los que iba eran casados y tenían familia. Tenía un armario fuera de casa con mucha más ropa de la que nunca hubiera soñado, pero en vez de ser feliz estaba irascible y agresiva.

Cuando salía a algún restaurante con sus padres tenía un miedo atroz. Estaba expuesta. Alguno de sus clientes podía reconocerla. Y con sus hermanos se sentía sucia, angustiada y deprimida.

Una tarde que estaba en su casa le llamó Sara: —Han robado en mi casa, y aunque te cueste creerlo se han llevado todas tus cosas. —No puede ser, gritó. Al colgar se fue a la habitación de sus padres. Revolvió en las mesillas de noche y cogió dos cajas de pastillas para dormir. Después de leer los prospectos, abrió la caja de orfidal, sacó doce pastillas y se las metió en la boca. A continuación, las tragó con agua y se metió en su cama.

Cuando se despertó estaba mareada. Le hablaban, le daban golpecitos y no le dejaban dormir. Sus padres estaban alrededor de su cama llorando. Le abrazaban y tomándole la mano le decían:

—Estás viva. Empezaremos de nuevo. Estamos a tu lado, ahora y siempre. Entre todos lo superaremos. Juntos podremos. La vida nos ha concedido una nueva oportunidad para volver a vivir.

Doctora en Derecho.

Licenciada en Periodismo

Diplomada en Criminología y Empresariales

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