Es una evidencia científica que la inteligencia artificial (IA), está transformando de forma irreversible nuestras vidas y en sanidad representa un adelanto técnico que obliga a cambiar de paradigma, que ya es una opción clara y no se puede posponer más, en definitiva es una obligación su utilización. Según los estudiosos de la filosofía de la ciencia, la IA es el adelanto técnico más importante y de trascendencia práctica de la historia de la humanidad. Así de contundente.
Sería bueno aclarar ¿de qué estamos hablando? Para contestar a esta pregunta, lo bueno sería definir qué es la IA y se podría decir que es la continuación del comportamiento inteligente por otros medios.
Pero urge aclarar que la IA no es ni inteligencia (dicho estrictamente) ni es artificial, es un nombre comercial puesto por los medios de comunicación y que ha conseguido que se expandiera y divulgara de forma evidente, pero en definitiva es un big data, tratado con supercomputación que por cierto tiene que tener un soporte energético muy importante (un grave problema).

Dejar claro también que no ha venido a sustituir al hombre, solo ha venido para hacer avanzar a la humanidad que es algo muy distinto.
Estamos viviendo una época histórica con incertidumbres desbordantes y que estaría en la fase inicial de las construcciones de nuestras realidades digitales. También recordar como reflexión continua, que la revolución digital solo ocurrirá una vez y está ocurriendo en estos momentos y hay que subirse obligatoriamente a ese “tren”.
Por tanto, estamos en un nuevo capítulo que es que el mundo analógico ha pasado (con una brecha digital que hay que corregir). La discusión que está engendrando en la sociedad de sus peligros e incertidumbres no tiene ninguna evidencia, pero no hay que olvidar sus límites (de la IA) y sin duda sus riesgos, por lo que hay que acompañarla siempre de otras materias ética, filosofía, comunicación etc. Es evidente también, que no es una moda sino una necesidad objetiva del sistema.
Discutir si el vaso está medio lleno o no, no tiene sentido; lo que habrá que discutir es como llenarlo de forma correcta.
Un peligro evidente de la IA es la INMEDIATEZ, o lo que es lo mismo, buscar el éxito inmediato, que puede pasar factura y llevar a numerosos fracasos puntuales.
La tecnología siempre ha hecho avanzar a la humanidad de forma exponencial. Pero la ética de su utilización y la forma son imprescindibles.
La salud digital es imprescindible para hacer necesaria la medición de la evidencia y crear más salud de una forma ágil y razonable (evidencia científica).
No hay ninguna duda de que la IA tiene que ayudar y lo está haciendo, para la consolidación del cambio de paradigma necesario como es la medicina genómica, personalizada y de precisión y de la reorientación de a la salud más que a la enfermedad, manteniendo el principio de equidad y sostenibilidad.
Establecer un equilibrio armónico entre generaciones, dejando claro que hoy el patrón de medida más importante es la fragilidad, no la edad solamente. Y el concepto de fragilidad es un coeficiente que tiene cuatro ítems distintos donde la edad es uno solo de ellos.
También la necesidad científica de hacer ONE HEALTH, donde la sanidad, salud animal y medioambiental sean una unidad.
En definitiva, la IA permite que con sus algoritmos podamos clarificar imágenes con una precisión del 95%.
También hay que aclarar que “de lo que se mira, solo se ve lo que se sabe”, y que los localismos no tienen ninguna cabida pues es imprescindible y necesario actualizar la legislación europea y nacional para minimizar los peligros que todo cambio tiene.
Tenemos que saber que nuestras vidas diarias están ya influidas por IA (vídeos, vuelos, móviles, lavadoras, telecirugía, créditos, compras, etc.) de forma clara y no lo notamos.
Hoy la ciencia está en las redes, no en la universidad y esto es un cambio total de la democratización del saber que hace un mundo distinto y sin duda, mejor.
La IA generativa es una “coco” que no tiene ningún sentido porque siempre dependerá del hombre y de la energía de la que se alimenta. También es verdad que la IA puede mentir o puede trasmitir pseudociencia de forma automática. Imprescindible la Europa de los datos.
La IA precisa de un gasto energético importante no aún resuelto para ser coherente con los adelantos necesarios para conservar nuestro planeta. En definitiva, la mal llamada IA (pero periodísticamente muy útil), hace que el mundo sea mejor y que haya que ir a por todas.
El miedo es paralizante y la IA nunca sustituirá al hombre y menos las EMOCIONES, que son, entre otras cosas bioquímicas y producto de millones de conexiones neuronales imposibles de reproducir.
En definitiva, IA ni es inteligencia ni es artificial, es necesaria.
Antonio Alarcó Hernández
Catedrático de Cirugía
Presidente de la Cátedra de Telemedicina, Robótica, IA y Telecirugía de la ULL
Doctor en Ciencia de la Información y Sociología.
Adjunto Primero a la Diputación del Común
Exsenador y Portavoz de Sanidad
