Extraña coincidencia a tres bandas la ocurrida ésta misma semana y por la que el mundo espera el fin de los conflictos bélicos con la ansiedad propia que alimenta el derecho de cualquiera a vivir en una paz continua y duradera. La primera de dichas tres coincidencias ha sido la de mantener una mesa de negociación auspiciada por el belicista Trump entre Netanyahu y Hamas, la segunda trata de la repercusión que la popular Global Sumud Flotilla ha supuesto para agitar las conciencias políticas mundiales y la tercera, la más grotesca de las tres, la adjudicación del tan cacareado Premio Nobel de la Paz a la venezolana María Corina Machado por no se sabe exactamente qué.
En cualquier caso, si éstas tres –a mi entender– coincidencias han servido para poner fin al genocidio que muchos han continuado negando, bienvenidas sean por el bien de todos los palestinos.
Medio mundo es hoy sabedor de lo que Trump esperaba precisamente este año para coronarse como el adalid único de la paz mundial después de sus muchos y variados devaneos estratégicos entre los altos dignatarios de Israel y Rusia para tratar de alcanzar tan codiciado trofeo, aunque fuera comprado a base de tolerables aranceles en favor de sus colegas más próximos; pero no ha sido el caso.
Ahora sólo cabe esperar dos distintas alternativas:
La primera y más importante es que puedan darse las condiciones necesarias para que la tan ansiada paz en Palestina fluya por unos cauces democráticos garantizados y que concluya en un merecido estado de derecho.
La segunda y de carácter más simbólico consiste en esperar que el fracaso obtenido de Trump por parte de la Academia Noruega no le exija tomar represalias políticas de carácter surrealista con las que ocultar su amarga decepción por lo ocurrido y a las que suele recurrir cuando no consigue su propósito deseado.
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Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes