jueves, octubre 9, 2025
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Cambio de madre

Tengo tres hijos, dos chicos y una chica. El mayor tiene quince años, la segunda doce y el pequeño ocho. Tres hijos y tres personalidades completamente distintas. No hay un día igual con tres hijos.

En verano oí a un amigo de mi hijo mayor que increpaba a su madre delante de todos: —Si me vuelves a prohibir salir llamo al teléfono del menor.

Ayer me tocó regañar a mi hijo pequeño, Miguel. Había dejado su habitación completamente desordenada. Al entrar pensé que había habido una multitudinaria guerra de almohadas. Al volver del colegio, hizo sus deberes como lo hace a diario y cuando acabó y gritó: —Me voy a jugar, me acerqué y le dije: — Ven conmigo. Tú y yo tenemos que hablar. Abrimos la puerta de su habitación y le invité a ordenar su habitación. Al terminar podría jugar y yo estaría encantada de jugar con él a lo que quisiera.

—Mamá, déjame jugar. No quiero ordenar ahora la habitación, me contestó muy enfadado. Y a continuación me espetó: —Pues, sabes qué, quiero cambiar de madre.

Tras el shock inicial puse mi brazo derecho sobre sus hombros y salimos de su habitación: —Vamos a invertir el orden de los deberes. Primero nos sentamos a hablar y después recoges tu dormitorio. Cada uno se sentó en un sillón del cuarto de estar y cogí mi ordenador. —Veamos. Voy a buscar un portal de cambio de madres. ¿Te parece bien que hagamos un vídeo? Así será más fácil encontrar la que quieras y que ella pueda quererte. ¿Estás de acuerdo? -—Sí, dijo convencido.

—Pues empezamos. ¿No te importa grabarme? Te dejo mi móvil. Ya sabes cómo funciona. Cuando me digas, me das la orden y empiezo.

“Hola, futura madre de Miguel. Me llamo María. Mi hijo Miguel tiene ocho años. Es un niño muy responsable: hace sus deberes cuando vuelve del colegio y es bastante obediente. En ocasiones, se enfada y deja alguna cosa tirada en su habitación. Cuando hace algo mal yo le corrijo como es mi obligación para que sea cada día un poco mejor, para que sea más responsable hasta ser un hombre educado e íntegro. Por ejemplo, hoy por la mañana ha dejado su habitación muy desordenada. Tras volver del colegio ha merendado y al acabar sus deberes ha tenido que ir a ordenarla. Ha protestado y entonces ha decidido cambiar de madre. Por eso estamos aquí escribiendo.

También quería decirte que Miguel es muy bueno. Es muy cariñoso con sus hermanos, con su padre y conmigo. Le encanta sentarse en el sofá y que le rasque la cabeza. Los fines de semana se tumba con nosotros a ver las películas, a jugar a alguno de los muchos juegos que le gustan. En ocasiones, bailamos una canción que le gusta a él y otra a continuación que nos gusta a sus padres.

Miguel es muy amigo de sus amigos, y tiene muchos. En el colegio, en la playa. Si vas a un parque enseguida hace amigos nuevos.

Espero que tengas otros hijos, porque para Miguel son muy importantes sus hermanos. Son mayores y en ocasiones se refugia en ellos porque le protegen. A Miguel le encanta sentirse querido. Su padre le quiere con locura y practican juntos muchos deportes: tenis, futbol y cualquier otro que se propongan”.

—Miguel, creo que para que no sea muy largo el vídeo, esto es suficiente por ahora. Si quieres te grabo ahora. Dime cómo querrías que fuera tu futura madre para que podamos encontrar la que más te guste. Me pasó el móvil y me contestó: —Mamá puedo pensar un poco antes de la grabación. —Claro. Es muy importante. Nos jugamos mucho con la elección. Yo lo único que quiero es que seas feliz.

Se quedó pensativo, pero enseguida quiso empezar la grabación. —Mamá, ya está.

Tomé el móvil y conté: —3, 2, 1…

“Bueno, mi madre ya ha dicho que me llamo Miguel. Tengo ocho años y quiero cambiar de madre porque no quiero que me regañen. Quiero hacer lo que quiera. Por eso quiero una madre que no me riña. También quiero que sea cariñosa como ella, y que mi padre me siga llevando a tenis, a jugar con él a fútbol y a montar en bici. También querría tener hermanos y que se parezcan a los míos. ¡Ah, se me olvidaba! No quiero comer verduras. Lo demás sí. Me gusta casi todo”.

—¿Algo más?, le pregunté.

—No se me ocurre. —Muy bien. Solo nos queda poner en el mensaje cuando quieres irte. Creo que cuanto antes será mejor para ti, ¿no te parece?

—Bueno, no sé. Es que…

—Lo tenemos todo preparado. Cuando la encontremos, haces el cambio.

—Si no te parece mal mamá, podemos dejarlo ahora y podría cambiar de madre dentro de unos años, por ejemplo, cuando me haya ido de casa. ¿Qué te parece? No estoy seguro de querer cambiar de madre. Solo te quiero a ti.

Se me rompía el corazón al verle dar marcha atrás. Solté el móvil y me abalancé sobre él. Nos abrazamos y lloramos de emoción. Creo que ha sido el abrazo más sentido de toda mi vida.

Doctora en Derecho.

Licenciada en Periodismo

Diplomada en Criminología y Empresariales

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